Los cuatro procesos del aprendizaje

Partiendo de la premisa de que el aprendizaje se da por observación. Albert Bandura logro analizar la esencia del aprendizaje que según este autor se rige en cuatro mecanismos que están ligados en sí. A continuación se describe cada uno de los mecanismos del aprendizaje descritos por Albert Bandura.

  1. Procesos de atención

El aprendizaje por observación o modelamiento no ocurre si el sujeto no presta atención al modelo. El simple contacto con éste no garantiza que el sujeto se fije ó que perciba la situación con precisión. La percepción debe ser bastante exacta porque, de lo contrario, no obtendrá la información necesaria para seguir el ejemplo.

La atención a la conducta modelada depende de las capacidades cognoscitivas y perceptuales del observador, así como del valor del comportamiento en cuestión. Cuanto más desarrolladas estén nuestras capacidades cognoscitivas y cuanto más conocimiento poseamos de la conducta modelada, mayor será la atención que prestemos al prototipo y tanto mejor percibiremos la conducta. Un ejemplo de proceso de atención puede ser prestar atención durante la clase de manejo.

  1. Procesos de retención

Retener o recordar la conducta del modelo a fin de imitarla o repetirla más tarde; para ello se utilizan los procesos cognoscitivos con los cuales se codifican o forman imágenes mentales y descripciones verbales de la conducta. Ejemplo: tomar apuntes del contenido de la lección o del video de una persona que conduce un automóvil.

Si queremos reproducir la conducta de un modelo más adelante, debemos recordar sus aspectos importantes. Para retener aquello en lo que nos hemos fijado, debemos codificarlo y representarlo de forma simbólica.

  1. Procesos de producción

Para traducir las representaciones de imágenes y símbolos verbales en una acción manifiesta requerimos los procesos de producción, o sea, la práctica. Tal vez hayamos prestado atención, retenido y repasado la representación simbólica de una conducta del modelo, pero todavía no estamos en condiciones de reproducirla correctamente.

Veamos cómo aprendemos a manejar un automóvil. Aprendemos los movimientos fundamentales en una clase de manejo y viendo a un modelo conducir el vehículo. Quizá repasemos varias veces la representación simbólica de su actuación pero, al principio, la traducción de esos símbolos a la acción de conducir no será nada satisfactoria. Posiblemente apliquemos los frenos demasiado pronto o muy tarde, o giremos el volante de forma incorrecta. La mera observación no bastará para garantizar que podamos realizar de forma inmediata y diestra las acciones necesarias. No lograremos realizar la conducta de forma armoniosa si no practicamos los movimientos físicos correctos y si no nos proporcionan retroalimentación al respecto.

  1. Procesos de incentivos y motivación

Percibir que la conducta del modelo le produce una recompensa y, por lo tanto, suponer que el aprendizaje y el desempeño adecuados de la misma conducta producirán consecuencias similares. Ejemplo: esperar que, una vez dominadas las técnicas de manejo, aprobemos el examen de conductores y nos entreguen la licencia.

Cuanto más desarrolladas estén nuestras capacidades cognoscitivas y cuanto más conocimiento poseamos de la conducta modelada, tanto mayor será la atención que prestemos al prototipo y tanto mejor percibiremos la conducta.

Bandura aclaró que el reforzamiento facilita el aprendizaje, pero no se necesita para que ocurra. Además de las consecuencias reforzantes, muchos otros factores determinan a qué prestamos atención y qué retenemos o repasamos.

En sus investigaciones, Bandura descubrió que si los niños ven un modelo en la televisión lo imitarán, independientemente de que les prometa una recompensa o no. Por lo tanto, el reforzamiento facilita el modelamiento pero no es un elemento esencial.

Referencia: Duane P. Schultz, Sydney Ellen Schultz “Teorías de la personalidad“ 9na. Edición. Editorial Cengage Learning. Australia. Pág.406.                                                               Traducción José Ángel Soto Estrada. UNAM