Sinopsis:
Jean Piaget es considerado el fundador de la escuela epistemológica genética y uno de los autores más relevantes en el mundo de la psicología. En sus escritos extiende los campos de la psicología pero haciendo énfasis en la psicología infantil y el desarrollo intelectual del infante. Sus objetivos eran desarrollados a tal punto de descubrir las formas del pensamiento infantil y su desarrollo ontogenético.
Para poder alcanzar sus objetivos Piaget utilizo modelos biológicos, la lógica y la matemática. De manera que para poder entender el comportamiento y conocimiento infantil Piaget comprendió que el hombre alcanza un conocimiento objetivo de la realidad, a partir de las estructuras más elementales presentes desde la infancia.
Según Piaget, la inteligencia sensorio-motriz que comienza con el nacimiento a partir de los reflejos incondicionados, es inmediata, pues trata directamente con los objetos y su tendencia es el éxito a la acción. Este periodo termina alrededor de los dos años, y abre la puerta por decirlo así al surgimiento de las operaciones concretas, que implica un nivel cualitativamente superior en el desarrollo de las estructuras intelectuales.
Este segundo periodo del desarrollo intelectual se divide en dos grandes momentos según Piaget, el primero de ellos es el subperiodo de la preparación de las operaciones concretas (pensamiento preoperatorio), y el subperiodo de las operaciones concretas (pensamiento operatorio concreto).
Desarrollo:
Pedagogía y pensamiento Preoperatorio
Esta abarca desde los dos años hasta los siete años, se caracteriza por ser un pensamiento preconceptual, intuitivo, egocéntrico, muy influido por la percepción y donde el niño se encuentra todavía centrado en su punto de vista.
Pedagogía y pensamiento operatorio concreto
Inicia desde los siete u ocho años hasta los doce, este lapso de tiempo conlleva un importante avance en el desarrollo del pensamiento infantil. Aparecen por primera vez operaciones mentales, aunque ligadas a objetos concretos.
Según Piaget, en esta edad los niños logran comprender la clasificación, la seriación, la conservación y otras operaciones concretas.
Las estructuras lógicas se van haciendo cada vez más complejas hasta culminar a los quince o dieciséis años, con el desarrollo de estructuras lógicas formas o pensamiento lógico-formal, el cual se caracteriza por ser un pensamiento hipotético-deductivo que le permite al sujeto llegar a deducciones a partir de hipótesis enunciadas verbalmente, y que son, según Piaget, las más adecuadas para interactuar e interpretar la realidad objetiva. Estas estructuras logicoformales resumen las operaciones que le permiten al hombre construir, de manera efectiva, su realidad. Todo conocimiento es por tanto, una construcción activa por el sujeto de estructuras operacionales internas.
De hecho el desarrollo intelectual del niño es tan complejo que Piaget no trata de limitarlo, sino que se extiende hasta las áreas de la personalidad afectiva, moral y motivacional, claro siempre basándose en las estructuras operatorias. Por lo tanto me atrevería a decir que el desarrollo intelectual es la premisa y origen de la personalidad.
Pedagogía operatoria
Esta propuesta pedagógica parte de la concepción de que el conocimiento es una construcción que realiza el individuo a través de su actividad con el medio. Sin embargo, el conocimiento de la realidad será más o menos comprensible para el sujeto en dependencia de los instrumentos intelectuales que posea, es decir, de las estructuras operatorias de su pensamiento, por lo que el objeto de la pedagogía operatoria es favorecer el desarrollo de estas estructuras, ayudar al niño para que construya sus propios sistemas de pensamiento. Para esto, se debe propiciar el desarrollo de la lógica de los actos del niño, de forma tal que sea el propio sujeto el que infiera el conocimiento de los objetos y fenómenos de la realidad, sin ofrecerlo como algo acabado, terminado.
En este proceso de construcción del conocimiento, la pedagogía operatoria le asigna un papel esencial al error que el niño comete en su interpretación de la realidad. No son considerados como falta, sino pasos necesarios en el proceso constructivo, por lo que se contribuirá a desarrollar el conocimiento en la medida en que se tenga conciencia de que los errores del niño forman parte de su interpretación del mundo.
En esta tendencia, el alumno desempeña un papel activo en el proceso de aprendizaje, ya que se entiende este como un proceso de reconstrucción en el cual, el sujeto organiza lo que se le proporciona de acuerdo con los instrumentos intelectuales que posee y de sus conocimientos anteriores.
En consecuencia, el educador asume la función de orientador o facilitador del aprendizaje, ya que a partir del conocimiento de las características psicológicas del individuo en cada periodo del desarrollo, debe crear las condiciones óptimas para que se produzca una interacción constructiva entre el alumno y el objeto de conocimiento. Esto lo logra observando cual es la forma de pensar del niño, y creando situaciones de contraste que originen contradicciones que el sujeto sienta como tales y que lo estimulen a dar una solución mejor. Debe de evitar, siempre que sea posible, ofrecer la solución a un problema o transmitir directamente un conocimiento, ya que esto impediría que el estudiante lo descubra por sí mismo.
Por último, la formación de estas estructuras son un efecto de la maduración natural y espontánea, con poco o ningún efecto de los factores sociales, incluida la educación. El complemento de una estructura primitiva a partir de las acciones externas constituye la causa necesaria de la formación de estructuras superiores, que se producirán de manera inevitable como expresión de la maduración intelectual similar a la biológica. Por lo tanto, el aprendizaje es construido por el niño.
Sin lugar a dudas un sistema educativo que logre consistir en no entorpecer, más bien, facilitar el proceso natural de enseñanza-aprendizaje, de adquisición-consolidación de las operaciones intelectuales es el sistema educativo por excelencia.
Referencia:
Delval, J. (1976) “La epistemología Genética y los programas escolares”, Barcelona, España.
Flavell, J. (1990) “La psicología educativa de Jean Piaget”, Paidós, México.