Ella fue invitada a la fiesta de hermandad justo antes de concluir la graduación sin pensar que ese día sería uno de los peores de su vida. Durante la fiesta sirvieron bebidas en las que agregaron droga para dormir a las mujeres para posteriormente abusar de ellas sin que pudieran defenderse.
La mujer joven que fue víctima de violación después de la fiesta de la hermandad se culpó a sí misma primero por no recordar ningún rasgo de su agresor. Recuerda haberse preguntado si su blusa era muy corta o si había dicho o hecho algo que provocara la agresión. “Me tomó mucho tiempo —dice con tristeza—, darme cuenta de que no era mi culpa”.
Ninguna mujer tiene la culpa de ser violada
Las mujeres universitarias están en uno de los grupos más propensos a la agresión sexual. En dos encuestas diferentes, alrededor de 15% de mujeres universitarias reportaron que habían sido violadas por alguien que conocían o con quien salían.
Los temores que persisten después de una experiencia de una violación tienden a restringir y controlar la vida de la víctima. Los temores que prevalecen más son el miedo a estar solo, a los extraños, a salir y a la oscuridad. Las mujeres que han sido víctimas de estas agresiones repentinas y violentas por parte de extraños, es probable que permanezcan temerosas y deprimidas por mucho tiempo y también es más probable que eviten salir con personas del sexo opuesto durante un periodo prolongado.
Desde el punto de vista conductual, una violación es parte de una situación de condicionamiento clásico in vivo, en la cual la amenaza de muerte o daño físico da lugar a una excitación del sistema nervioso autónomo, el miedo. Cualquier estímulo que esté presente durante la violación (oscuridad, un hombre con un aspecto en particular, estar solo) se relaciona con la respuesta de miedo.
De esta forma, estas señales se convierten en estímulos condicionados que evocan de manera independiente el miedo y la ansiedad y, debido a que la víctima encuentra con frecuencia estos estímulos en su vida diaria, es probable que empiece a utilizar la conducta de evitación como un escape. Esto reduce la probabilidad de que con el tiempo desaparezca la respuesta condicionada de miedo. La terapia conductual ofrece un medio eficaz para sobreponerse a estos problemas. Utilizando tanto técnicas cognitivas como conductuales, las víctimas pueden aprender a superar su conducta de evitación y, de esa manera, eliminar su ansiedad.
Las víctimas de los eventos que no se pueden controlar, como la violación, se culpan a sí mismas por lo que sucedió en mayor grado de lo que la situación objetiva sugiere como real. Ese sentimiento de culpa se ilustra en el relato de la experiencia de una víctima de violación:
Las víctimas de violación necesitan saber qué hacer y a dónde acudir después de la agresión, con el objeto de obtener servicios médicos, de salud mental, social y legal.
También requieren de cuidado médico inmediato para el trauma físico, la recopilación de evidencia médica legal, la prevención de enfermedades venéreas y la protección contra un embarazo no deseado. Además, necesitan que las escuchen y les ayuden a hablar sobre su experiencia, así como que les ofrezcan información básica y ayuda para tomar decisiones acerca de los pasos que deben seguir. Una fuente importante de ayuda para las víctimas son los centros donde se puede obtener información y apoyo psicológico.