Efectos psicológicos del estrés prolongado

El estrès prolongado hace que se desarrolle una descompensación de la personalidad producida ante un trauma. Los efectos psicológicos que se producen por el estrès prolongado parece seguir un curso similar a la descompensación biológica, y de hecho puede suponer respuestas biológicas muy específicas como las siguientes: 

  1. ALARMA Y MOVILIZACIÓN

En primer lugar, se movilizan los recursos disponibles para afrontar el trauma. Se produce una activación emocional, un aumento de la tensión, mayor sensibilidad, mayor alerta (vigilancia) y esfuerzos de autocontrol. A la misma vez, en sus intentos de controlar la emergencia, el individuo adopta diversas medidas de afrontamiento que pueden estar dirigidas al problema o también a la autodefensa, o quizá ser una combinación de ambas. Durante esta etapa pueden aparecer síntomas de inadaptación, tales como tensión y ansiedad continuas, malestar gastro intestinal u otras enfermedades, y una disminución de la eficacia, señales todas ellas de que la puesta en marcha de los recursos adaptativos no está siendo la más adecuada.

  1. RESISTENCIA

Si el trauma continúa, frecuentemente la persona es capaz de encontrar algún medio de enfrentarse con él, para mantener así un ajuste mínimo a sus condiciones de vida. La resistencia al trauma puede lograr- se de manera temporal mediante medidas dirigidas a afrontar el problema, aunque también pueden intensificarse durante esta etapa los mecanismos de defensa del yo. Sin embargo, también pueden aparecer indicios que denotan la presión que se está sufriendo. Por ejemplo, pueden observarse síntomas psicofisiológicas como malestar del estómago, y también leves distorsiones de la realidad como por ejemplo una hipersensibilidad hacia los sonidos. Además, puede que el individuo se comporte de manera rígida, y se aferre a mecanismos de defensa anteriores, en vez de intentar reevaluar la situación para generar conductas de afrontamiento más adaptativas.

  1. AGOTAMIENTO

En caso de que ese intenso trauma persista durante más tiempo, es posible que los recursos adaptativos se vayan reduciendo, y empiecen a fallar las estrategias de afrontamiento que se habían puesto en práctica durante la etapa de resistencia.

Cuando comienza la etapa de agotamiento, la capacidad del individuo para enfrentarse con el estrés disminuye de manera sustancial, y puede que llegue a utilizar los mecanismos de defensa de manera exagerada e inapropiada. Tales reacciones pueden ir acompañadas de desorganización psicológica y ruptura con la realidad, lo que incluye delirios y alucinaciones. Los delirios parecen reflejar pensamientos y percepciones cada vez más desorganizados, junto con esfuerzos desesperados para conservar la integridad psicológica, intentando así reestructurar la realidad exterior. En tales conductas de delirios y alucinaciones también están presentes ciertos cambios metabólicos que impiden el funcionamiento normal del cerebro. Eventualmente, si el estrés intenso continúa durante el tiempo suficiente, este proceso de descompensación da paso a otra etapa de desorganización psicológica grave, que supone una violencia incontrolada y constante, apatía, estupor y quizá incluso la muerte. En el año 1984 Siegel encontró un patrón de este tipo entre treintaiún rehenes cuyos casos analizó detenidamente. Aquellos a quienes se había mantenido en aislamiento, privación visual, restricciones físicas, abusos físicos y amenaza de muerte, solían experimentar alucinaciones.

Referencia: James N. Butcher; Susan Mineka; Jill M. Hooley. “Psicología clínica” 12.a edición. Editorial Pearson Educación, S.A., Madrid, 2007. Pag. 145