Controversias por utilizar pruebas psicológicas

Las pruebas psicológicas tan ampliamente difundidas y empleadas con diversos fines, son utilizas no únicamente en un solo país sino en todas partes del mundo. Sin embargo, así como son utilizas también suscitan un tema muy controversial.

En muchas ocasiones, se les confiere un poder ilimitado y erróneamente se cree que con sólo aplicarlas y calificarlas, por sí solas, proporcionan toda la información que el profesional necesita obtener sobre el funcionamiento mental de alguna persona en particular o sobre el comportamiento de algún grupo en específico. Cuando en realidad no es así, los test psicológicos solo sirven para confirmar el diagnóstico del psicólogo no para hacerlo.

Cuántas veces no hemos oído: “¿Conoces el BASC o tal o cual prueba? dicen que es maravillosa, que con ella se obtiene mucha información”. Por supuesto que la información es importante, pero, ¿qué hacemos con la información que obtenemos?, ¿cómo se utiliza?, ¿cómo devolvemos los resultados?, ¿la información que conseguimos es pertinente o es más producto de nuestras inferencias mal fundamentadas?

Para dar respuestas a las interrogantes sobre el uso de estas técnicas, el estudiante y el profesional de la psicología no sólo deben conocer las pruebas, sino que tendrán que estudiar a fondo las teorías que sustentan a las pruebas y ser muy cuidadosos al calificar, analizar e interpretar los datos. Así mismo, hay que tener cuidado con la manera en que se devuelvan los resultados, con la canalización del menor a instituciones o servicios especializados, según sea el caso y, cuando sea pertinente, con el seguimiento de la atención que se ofrezca al niño y a su familia.

Seguramente existen psicólogos y estudiante que creen que con solo aplicar un test ya tendrán la información pertinente para realizar un diagnóstico. Pero en realidad no es así. Un test psicológico no hace diagnósticos, solamente confirma el diagnostico que el psicólogo tiene previo a la aplicación del test.

Pruebas psicológicas obsoletas

Por otro lado, también existen controversias entre psicólogos sobre cual prueba psicológica está obsoleta o bien no tiene ninguna utilidad práctica. Otra objeción más fundamentada que se hace a estas técnicas es que se han elaborado para aplicarse en otras culturas y que, en muchos casos, no se cuenta con normas para la población de un país determinado. Por ejemplo si el test esta estandarizado en España, las controversias surgen si se aplica el test en México sin haber sido estandarizado en dicho país.

Frente a estas posturas críticas, personalmente creo que las pruebas juegan un papel fundamental dentro del psicodiagnóstico; pero su función primordial como repito, no es hacer diagnostico sino confirmar el diagnóstico de psicólogo.

Tanto las pruebas psicométricas como las proyectivas tienen sus alcances y limitaciones. En la medida en que el psicólogo se percate de que las pruebas únicamente son herramientas desarrolladas con cierta tecnología, con una base teórica determinada que es necesario conocer, podrá darles su justo valor y usarlas de manera más adecuada, entendiendo que a través de determinados estímulos se pretende medir la inteligencia, evaluar la personalidad, las aptitudes y, en general, el funcionamiento mental.

Para mencionar solamente una de las pruebas que generan mucha controversia puedo aludir al famoso “16 PF (16 factores de personalidad)” que se puede encontrar en cualquier parte de internet. Sin embargo, ha perdido credibilidad y confiabilidad porque está al alcance de todos y por ende los datos ya no son confiables.

Por lo tanto en el campo clínico como en el educativo, cuando se trabaja con casos individuales se requiere, además, tomar en cuenta el contexto en el cual se aplica la prueba (institución, escuela, consultorio, etcétera), el motivo por el que se emplea algún test en específico.

No se trata de cuantos test pueda aplicar para hacer un buen diagnóstico, al contrario mientras menos test se utilizan se puede hacer un mejor diagnóstico.

Referencia: Esquivel Ancona, Fayne. “Psicodiagnóstico clínico del niño” 3ª. Edición. Editorial El Manual Moderno. México. 2007. Pág. 359