El Castigo y sus efectos Negativos en los niños

Sinopsis:

En la actualidad es común el empleo de castigos físicos en la crianza de los hijos, sin considerar sus posibles efectos psicológicos negativos. Los progenitores tienden a lastimar física y emocionalmente a sus hijos, sin darse cuenta, algunos creen que lo están “corrigiendo”, pero es todo lo contrario, ya que mientras más castigos tenga el niño se volverá más agresivo y violento, ya que el castigo, como bien lo dice su nombre, es Castigo. Quizás, algunos efectos que puede generar son de depresión, agresividad, violencia, entre otros.

Desarrollo:
El empleo de castigos físicos en la crianza de los hijos es una práctica extendida por todo el mundo, y en nuestro país se observa frecuentemente.
Por crianza daré a entender que es la educación que recibe una persona en su infancia y adolescencia por parte de sus padres o tutores.
Concepto:
El castigo es la práctica de imponer algo desagradable a una persona que ha hecho algo inconveniente.
Los límites entre el castigo físico “legítimo” y el maltrato no están bien definidos y no es raro que en algunos casos las medidas correctivas a base de golpes generen violencia. Muchos consideran que, en su forma leve, el castigo físico es útil para enseñar al niño lo que significa “no” y para que se comporte “apropiadamente”, en todo caso, la mayoría de los padres ejercen el castigo de manera negativa.
Aunque es certero que el castigo físico alcanza niveles de maltrato, y por ello mismo tiende a generar en el niño comportamientos violentos y psicopatología.

El castigo y sus efectos problemáticos:
1. El castigo, en vez de enseñar una conducta “adecuada o correcta”, más bien suprime temporalmente conductas indeseables.
2. El castigo, en vez de vincular las relaciones afectivas en el niño con el “padre, madre o tutor”, más bien hace que el niño tienda a evitar relacionarse con el “castigador”.
3. El castigo, en vez de favorecer el desarrollo de la personalidad en el niño, más bien crea complicaciones emocionales negativas y comportamientos agresivos.
4. En ocasiones, los adultos castigan por el simple hecho de desquitarse el enojo, sin percatarse que el impacto del castigo puede afectar de por vida en el niño.
5. Otro aspecto relevante es que se pueden generar sentimientos de culpa en quien castiga.

Cuando el castigo es suficientemente duro, puede producir en el niño efectos tales como esconderse de quien lo castigó, mentir y rehuir el reconocimiento de su responsabilidad por temor al desquite. En otras palabras, puede destruir el sentido de apertura y confianza en la relación padre-hijo, o alterar el desarrollo moral del niño.

La mayoría de veces los progenitores emplean castigos físicos porque no conocen otra forma de corregir ciertas conductas en sus hijos o porque sustentan creencias erróneas sobre la disciplina, sin olvidar que también lo hacen al no poder controlar su hostilidad o porque tienden a repetir la forma como ellos mismos fueron educados.
Es común que cuando el cuidador primario que es por regla general la madre, ante el comportamiento inadecuado de su hijo, temperamentalmente difícil o malcriado, decida disciplinarlo con castigos excesivos e inconsistentes, a veces de naturaleza física, sin considerar sus posibles efectos negativos.

El fenómeno del castigo, dificulta el desarrollo de la personalidad en el niño, creando comportamientos y actitudes negativistas y disociales. Por otra parte, los efectos del castigo físico pueden ser diferentes según el grupo cultural donde se practique. En este apartado hare mención sobre el fenómeno normal y anormal, ya que el castigo puede ser una manera de amar o corregir para una cultura, pero para otra podría ser algo aversivo.

Por ejemplo, en familias de niños afroamericanos el castigo físico produce menos efectos negativos a largo plazo que en familias caucásicas. Esto se ha explicado diciendo que para los niños afroamericanos los golpes pueden significar que los padres se preocupan por ellos y los aman.
Los padres que golpean tienden a utilizar de manera frecuente otras formas de castigo corporal y mayor variedad de otros métodos verbales y punitivos. Por ello, cuando el castigo falla, suelen aumentar la intensidad de su uso (hasta que le duela) más que a cambiar de estrategia.

En conclusión, las prácticas de crianza de los progenitores reciben la influencia del comportamiento del niño, pero también del temperamento de los padres. Es decir, que la personalidad del niño depende de las relaciones primarias (familia, escuela), ya que ellos son los que pasan más tiempo con los mismos.