Los mecanismos de defensa comienzan primordialmente en la niñez aún más en niños que sufren maltrato. No obstante, estos mecanismos de defensa pueden seguir operando hasta la vida adulta sino se brinda un tratamiento terapéutico.
Mecanismos de defensa que experimentan los niños que sufren maltrato
Entre los primeros mecanismos de defensa que el niño experimenta están la represión, supresión y disociación. Estos tres mecanismos se experimentan luego de una situación traumática.
La represión es el olvido automático de las situaciones que causan dolor al niño. La supresión es la decisión consciente del niño de querer olvidar o dejar pasar un evento traumático. La disociación supone que el niño, durante el acto de abuso, separa psicológicamente de su cuerpo a “la persona que es”, y lleva ese sí-mismo interior a algún lugar oculto en donde el abuso no se pueda encontrar. La disociación por lo regular es más frecuente en niños que sufren acoso sexual ya que los niños reservan la disociación para sobrevivir a un abuso que ellos sienten que se vuelve una amenaza para su vida.
Ejemplo:
Un niño que ve a su padre golpear a su madre, a causa de la golpiza la madre queda tendida en el piso con el rostro ensangrentado. En esta situación el niño puede manejar estos tres mecanismos de defensa, así si aplica:
La represión: más tarde el niño no podrá recordar la paliza. Es decir que el material desaparece sin que él lo sepa, y ya no puede recordarlo, aunque quiera.
La supresión: se dice a sí mismo “esto es demasiado malo para recordarlo y lo voy a olvidar”. Aunque en este caso aún se puede hacer un esfuerzo consciente para recordar el evento traumático.
La disociación: excluye un acontecimiento de la mente consciente del niño tan completamente como lo hace la represión, y se produce cuando el cuerpo del niño sigue donde está y continúa recibiendo abuso, pero emocional y mentalmente el niño “se va”. Aunque experimenta el dolor físico y su cuerpo sigue siendo objeto del maltrato, emocional y mentalmente el niño está ausente y no “siente nada”.
Aunque existen más mecanismos de defensa que seguramente los niños experimenten, estos tres son los más recurrentes en niños que sufren maltrato o abuso sexual.
En realidad, los mecanismos de defensa no son malos, al contrario, sirven como una barrera para que el abuso no penetre directamente al interior del niño, así es como los mecanismos de defensa evitan un colapso en la psique del niño.
Referencia: Pia Mellody. “la codependencia: que es, de donde procede, como sabotea nuestras vidas” Editorial Paidós Ibérica. España. 2005. Pág. 91