Tres modelos clínicos del trastorno psicosomático

El trastorno psicosomático es la modalidad de canalizar un conflicto interno a través del cuerpo.  A continuación intentaré describir tres modelos clínicos de expresión de conflictos que están relacionados al trastorno psicosomático estos son: la expresión motriz (trasmitir o comunicar a través del cuerpo), la expresión somática (lo que dice el cuerpo) y la expresión mental. (señal del malestar psicológico).

Cuando un acontecimiento estresante supera la capacidad de afrontamiento del niño, se produce un desequilibrio y una ruptura de la unidad de funcionamiento psicosomático. Aún más, cuando la situación estresante es de mayor profundidad, el conflicto se desplaza a lo corporal (expresión somática).

Los trastornos psicosomáticos más frecuentes en los primeros años de vida se relacionan con problemas del aparato digestivo (cólicos, constipación, diarreas, vómitos, inapetencia, etc.); del aparato respiratorio (anginas, otitis, espasmos de sollozo, bronquitis espasmódica); con manifestaciones alérgicas de la piel, con trastornos del sueño y otros.

Las causas emocionales de un trastorno psicosomático no son fáciles de reconocer. Por lo mismo, a continuación voy a relatar dos ejemplos clínicos para aclarar lo dicho hasta aquí.

Ejemplos de trastorno psicosomático

Un bebé que se encuentra sometido a una situación de angustia, causada por un vínculo conflictivo con su entorno afectivo.

Ante estas sobrecargas el bebé puede responder con un llanto angustioso, o bien rechazando el alimento o vomitando. Aquí el conflicto, el bebé no tiene la capacidad consciente de la situación, esto sucede porque la mentalidad y/o psiquismo del bebé es nuevo, así que al no saber cómo reaccionar ante la angustia toma la vía somática de expresión.

Luego de 6 años, el bebé que ahora es un niño tendrá una situación similar. Sin embargo, a los 6 años de edad el niño tiene un aparato psíquico y un lenguaje más desarrollado, por lo mismo el niño de 6 años ya puede procesar y elaborar a nivel mental un conflicto y así darle alguna solución.

Pero si ese mismo niño no logra esa solución, puede reaccionar con una protesta, un enojo o en forma aún más agresiva hacia el entorno, y llegar a constituirse un problema de conducta. (agresividad, violencia, berrinches, entre otros)

En consecuencia de no lograr una solución, puede producirse una regresión transitoria a un síntoma propio de una etapa anterior del desarrollo, por ejemplo una enuresis, un trastorno del dormir, miedos o fobias, etc., que la evolución madurativa ya había logrado superar.

De esta manera, el niño está diciendo con su cuerpo (trastorno psicosomático) que existe un conflicto interno que no ha sido solucionado.

Segundo caso

Los padres de una adolescente de 14 años llegan a consulta explicando que su hija sufre de crisis asmáticas repetidas veces. A medida que avanza el tratamiento médico y psicoterapéutico, se van reduciendo las crisis asmáticas. No obstante, junto con la mejoría clínica, aparecen conductas transgresoras típicas de la edad, en una familia que no las tolera.

La adolescente mejora su socialización: de no tener amigas pasa a tenerlas, a salir, a ir a bailar, a practicar deportes; al mismo tiempo disminuye su interés por los estudios. Un año después del comienzo del tratamiento, durante una entrevista la madre refiere: “mi hija es otra; le pido que me devuelva la hija que yo le traje: prefiero que tenga asma y que no sea como es ahora… No me hace caso, no puedo controlarla”.

La mejoría clínica había sido acompañada por un cambio en su personalidad, traducido en la aparición de una conducta más adecuada y natural para una adolescente. Sin embargo, la mamá no toleraba el cambio emocional producido en su hija, ella explicaba que era más fácil soportar la enfermedad psicosomática que la actitud actual de su hija.

El pedido manifiesto era que se curara la enfermedad, pero que nada cambiase en su psiquismo. Situaciones similares a la de esta madre son frecuentes y no siempre tan fácilmente detectable como lo fue con esta mamá, que pudo poner en palabras su conflicto interno disociativo, por lo que fue posible ayudarla a superarlo y hasta conseguir que llegara a colaborar con el tratamiento. Pero no en todos los casos es igual.

En ambos casos se evidencio la expresión motriz, la expresión somática y la expresión mental. En una situación terapeuta es más difícil distinguirlos ya que expresiones “escondidas” del trastorno psicosomático tanto para el terapeuta como para el paciente. Por lo mismo, creo que para todo psicólogo clínico es necesario conocer las diferentes expresiones de los trastornos psicosomáticos.

Referencia: Rinaldi, Guillermo “Escuchemos al niño: cómo comprender y responder los mensajes infantiles” El nacimiento del ser humano. Ediciones Granica. Buenos Aires, Argentina. 2005. 152 págs.