Uno de los factores que influyen en la emisión de la conducta agresiva es el factor sociocultural del individuo, ya que es el responsable de los modelos a que haya sido expuesto, así como de los procesos de reforzamiento a que haya sido sometido. Si en él abundan modelos agresivos, la adquisición de estos comportamientos desadaptados será muy fácil.
La familia es, durante la infancia, uno de los elementos más importantes del ámbito sociocultural del niño. Las interacciones entre padres e hijos van moldeando la conducta agresiva mediante las consecuencias reforzantes inherentes a su conducta.
En el año 1964 Becker demostrò que una combinación de disciplinas relajadas y poco exigentes con actitudes hostiles por parte de ambos padres fomentan el comportamiento agresivo en los hijos. El padre poco exigente es aquel que hace siempre lo que el niño quiere, accede a sus demandas, le permite una gran cantidad de libertad, y en casos extremos le descuida y le abandona.
El padre que tiene actitudes hostiles, principalmente, no acepta al niño y le desaprueba, no suele darle afecto, comprensión o explicaciones, y tiende a utilizar con frecuencia el castigo físico, al tiempo que no da razones cuando ejerce su autoridad (que a veces suele ser erróneamente y de modo imprevisible). Incluso puede utilizar otras modalidades de agresión, como la que ocurre cuando insultamos al niño por no hacer adecuadamente las cosas, o cuando le comparamos con el amigo o con el hermano, etc. Tras un largo período de tiempo, esta combinación produce niños rebeldes, irresponsables y agresivos.
Conducta agresiva
Bandura y Walters en el año 1959 compararon familias de adolescentes agresivos con chicos no agresivos y encontraron que las familias eran diferentes respecto de si entrenaban a sus hijos a ser agresivos mediante el ejemplo y tipo de educación. Los padres de niños no agresivos no permiten la agresión en las discusiones, mientras que los padres de chicos agresivos modelan y refuerzan repetidamente actitudes y conductas agresivas o belicosas.
Otro factor familiar influyente en la agresividad es la incongruencia en el comportamiento de los padres. Incongruencia en el comportamiento de los padres se da cuando los padres desaprueban la agresión y, cuando ésta ocurre, la castigan con su propia agresión física o amenazan al niño. Este contraataque por parte de los padres, aunque pueda funcionar momentáneamente, parece generar incluso más hostilidad en el niño y, a la larga, acaba por manifestarse. Los padres que desaprueban la agresión y que la detienen, pero con medios diferentes del castigo físico, tienen menos probabilidad de fomentar acciones agresivas posteriores.
Las relaciones deterioradas entre los propios padres provoca tensiones que pueden inducir al niño a comportarse agresivamente. Otro factor reside en las restricciones inmediatas que los padres imponen a su hijo. Restricciones no razonables y excesivos “haz y no hagas” provocan una atmósfera opresiva que induce al niño a comportarse agresivamente.
Referencia: Serrano Pintado, Isabel. “Agresividad Infantil” Primera ediciòn. Editorial Piràmide. Madrid, España. 2012. Pag. 24