El amigo de Charlie Brown tiene una sabana como objeto transicional.
Sinopsis: Los llamados objetos transicionales ayudan a disminuir la angustia y los procesos de separación. Un juguete puede tomarse como símbolo de la protección progenita. Sin embargo pueden ser una fuente de peligro para la estima del niño porque al perder el objeto transicional el niño tiene una regresión al momento desagradable de donde el objeto transicional lo auxilio.
Un objeto transicional es un objeto material en el cual un niño deposita cierto apego, por ejemplo en un muñeco de peluche (como en el caso del amigo de Charlie Brown) que tiene funciones psicológicas importantes, sobre todo al pretender dormir, cuando se está solo o en otros momentos, como el aburrimiento. Funge como un objeto que suple ciertas funciones de la madre cuando ésta está ausente. Constituye una fuente de placer y de seguridad para el infante que suele apretarlo, tenerlo cerca y hablarle. Permite al infante constituir un área intermedia entre él mismo y otra persona o entre él mismo y la realidad. El objeto transicional es a la vez objetivo y subjetivo, objetivo por que se constituye sobre un objeto real, subjetivo por que se le dan y atribuyen funciones en el campo de la imaginación. Esta noción fue introducida por el psicoanalista Donald Winnicott.
Desarrollo:
Tom y el oso tedi:
El oso tedi es parte de la familia Cardona. Tiene 7 años y es un peluche. A Tom se lo regalaron cuando tenía tres años, y ahora siendo un niño de 10 años, lo conserva como si fuera un tesoro. Su mejor amigo sigue siendo ese muñeco de tela parda con forma de oso.
Tom es un niño como cualquier otro. Sale a la calle a jugar, es fan de los videojuegos y las caricaturas, y a veces se resiste a bañar. Hace dos años su madre comenzó un pleito que pensó jamás terminaría y complicaría la relación con su pequeño hijo: retirar al “Oso tedi” de las actividades cotidianas de Tom. La batalla fue intermitente, los gritos y regaños no se hicieron esperar.
Los padres y hermanos de Tom llegaron al punto de arrebatarle a Tom, aquel oso de peluche que lo había acompañado durante siete largos años y que lo había acompañado en momentos solitarios y divertidos de su infancia. Tom exclamaba con dolor por tener que despedirse de él “oso tedi” su amigo en las buenas y las malas, sin embargo sus padres le replicaron que los niños de su edad ya no juegan con peluches.
Tom no quería alejarse de él “oso tedi” sin embargo sus padres lo arrebataron y por consecuencia vivió episodios de depresión. Al ver esto, los padres lo llevaron a consulta.
En consulta:
Es bastante común hoy en día que los niños se aferren hacia un objeto o le tenga afecto a un objeto transicional, en ocasiones puede ser un muñeco, una pelota, una fotografía, una cobija, almohada, u otro objeto en el que se establezca una relación especial.
En psicología al objeto se le llama objeto transicional y puede ayudar de manera positiva en un instante al niño, puede ayudar a disminuir la ansiedad y los procesos de separación, así como afrontar momentos difíciles, sin embargo, el niño no puede vivir toda su infancia con el objeto transicional, de lo contrario pasaría lo mismo que le sucedió a Tom que luego de separarse del “oso tedi” vivió episodios de depresión.
Lograr una relación afectiva con un objeto le ayuda a recordar al niño y reforzar el cariño de sus padres cuanto estén ausentes. Por lo regular los niños recurren a los objetos cuando tienen un momento de tensión, cambio de escuela o casa, violencia intrafamiliar o la separación de los padres.
Secretos ocultos
A pesar de que Tom no tenía diálogos directos con “el oso tedi” el peluche figuraba en las decisiones personales de Tom. Por ejemplo, si él tenía que salir fuera de casa “el oso tedi” debía de acompañarlo de lo contrario no salía, prefería quedarse en casa con el oso.
La conducta de Tom no necesariamente quiere decir que necesita afecto aunque podría darse la situación. Aquello que Tom manifiesta en el apego con “el oso tedi” es el recuerdo de amor y seguridad de los padres, es posible que el peluche haya sido un regalo muy especial para Tom, quizás sea el aroma y la forma del objeto que lo transporta hacia otra dimensión y que se relacionan con características de sus familiares.
En ocasiones los padres tratan de solucionar este problema de los objetos transicionales quitándole el objeto al niño, el quitarle al niño un objeto transicional lejos de ayudarlo a madurar puede provocar actitudes depresivas, angustia, miedos o agresividad.
Para un niño un objeto transicional representa un lazo afectivo a través del tiempo por lo que para quitarlos se debe de tomar el tiempo necesario que el niño requiera, todo depende del proceso terapéutico para sanar heridas que posiblemente el objeto transicional recuerde.
Para poder separar a un niño de un objeto transicional es necesario establecer un acuerdo entre él y los padres, ambos padres deben de estar de acuerdo con el proceso terapéutico, de esta manera el proceso llega a ser más efectivo.
Uno de los errores más comunes es que los padres suelen decirle al niño que ya está muy grande para jugar con peluches. Aparentemente no tiene nada de malo, sin embargo esto le provoca angustia al niño, confusión y represiones. He aquí la importancia del proceso terapéutico.
Referencia:
• Winnicott, Donald Woods (1982 (2ª edición)). Realidad y juego. Barcelona: Editorial Gedisa.