La estrategia cognitivo-conductual básica para el tratamiento de respuestas relevantes al cuadro depresivo, consiste en entrenar sistemáticamente a un paciente para distinguir o diferenciar entre hechos y creencias como elementos del mundo circundante que tienen el poder de determinar estas conductas. Para ello, pueden seguirse los siguientes pasos:
1. Se analizan minuciosamente las situaciones causales con respuestas depresivas, haciendo énfasis en los componentes cognoscitivos (subjetivos o mentales). Se identifican los errores cognitivos que caracterizan la experiencia del paciente. Estos pueden ser, por ejemplo, errores de atención selectiva en los que el paciente considera sólo los elementos negativos de una situación; errores de magnificación o minimización de aspectos negativos y positivos; personalización o ideas irracionales de referencia; pensamiento blanco o negro; o recuerdo selectivo.
- Se le demuestra al paciente, con suficientes ejemplos procedentes de situaciones interpersonales analizadas (incluyendo la relación paciente-terapeuta), cómo estos errores cognitivos operan de manera consistente, distorsionando la relación con la realidad.
A continuación se discuten opciones posibles de interpretar una situación enfatizando la utilización de “hechos” o componentes objetivos de la experiencia.
El paciente aprende una saludable “actitud científica” de análisis por medio de la discusión de eventos que dan lugar a muchas posibles interpretaciones con las que distintas personas pueden o no estar de acuerdo (incluyendo el terapeuta). Se alienta una actitud de aprender a aprender a través de una revisión flexible de las diferentes posibilidades de respuesta que las situaciones de la vida del paciente permiten.
- Se alienta la elaboración por parte del paciente, de nuevas conclusiones de la experiencia pasada y presente. Se trata de hacer objetiva la responsabilidad del paciente en cuanto a generar situaciones de distinto tipo en sus interacciones con la gente y las cosas.
- Finalmente, se ejercitan las nuevas habilidades del paciente en las situaciones que va enfrentando, estableciendo contrastes entre los diferentes modos de interpretación de lo que ocurre. El paciente aprende a introducir pruebas de realidad cuando la situación es confusa en cuanto a derivar una interpretación.
Por ejemplo, si el paciente recibe una negativa a una solicitud sexual, podrá establecer que se debe a dos condiciones posibles: su compañera está descontenta con él por algo que ha pasado, o simplemente está cansada.
Originalmente, el paciente debiera retirarse con la primera interpretación, generando una serie de reacciones negativas y depresivas. Con el tratamiento, el paciente aprende a valorar las posibilidades y a verlas de manera objetiva. Si ambas posibilidades son iguales, el paciente genera conductas que agregan hechos a la situación, como puede ser el caso de que se comunique pidiendo más información, o exprese sus sentimientos y percepciones para evaluar las respuestas que siguen. Se trata de evitar a toda costa que el paciente extraiga conclusiones apresuradas que inicien cadenas de pensamientos y comportamientos que no sean consistentes con los hechos importantes de la situación.
Referencia: Castañedo, Celedonio. “Seis enfoques terapéuticos” Terapia conductual. 2da. Edición. Manual Moderno. México. 2008. Págs. 452.