La primera pregunta que se hacen los pacientes que acuden a un terapeuta suele ser:
¿Cómo saber si un terapeuta es profesional?
Es normal y tiene sentido. A un terapeuta se le confiesan muchos de nuestros pensamientos.
Existe mucha gente que se hace pasar por psicólogo solo por el hecho de haber tenido un curso de psicoterapia, lo peor del caso es que tiene pacientes que luego no saben cómo orientar por falta de una buena formación académica.
Para mí un terapeuta profesional debe tener prioritariamente una buena formación y un interés por las personas y su bienestar.
Algunos creen que porque el terapeuta sea joven no es un buen psicólogo. Sin embargo, la variable “edad” en un terapeuta no ha de afectar al resultado del proceso terapéutico aunque sí puede afectar a la hora de establecer una relación de confianza paciente-terapeuta.
Si el paciente percibe al terapeuta como muy joven es posible que no pueda confiar en su experiencia y no considerarlo adecuado para solucionar su problema.
La cultura, porque la cultura y los medios de comunicación nos han vendido la idea de que el psicólogo o terapeuta debe ser alguien avanzado de edad (50-60 años) ya que nos brinda más confianza. Sin embargo, contra todos los pronósticos, los terapeutas jóvenes con una buena formación académica pueden llegar a ser excelentes terapeutas en la práctica.
Además existen muchos terapeutas jóvenes con más experiencia y practica psicológica que un terapeuta adulto, por lo mismo creo que la edad de un terapeuta solamente es un prejuicio que nos han formado los medios de comunicación y la cultura.
Por otro lado, existe una variable que da importancia en el estado civil, tener hijos, tener esposa, entre otros. Que puede ayudar a que el paciente confíe más en lo que el terapeuta le diga al considerarlo con una determinada experiencia de vida.
Características de un terapeuta profesional
Aceptación
Un terapeuta profesional tiene respeto, preocupación e interés por el paciente. Al prestarle atención al paciente, el terapeuta está trasmitiéndole su aceptación. Además, ésta es expresada a través de sus gestos, su tono de voz, sus expresiones verbales, entre otros. Sin embargo, la manifestación de la aceptación por parte del terapeuta varía a lo largo del proceso terapéutico, siendo ésta más importante al principio de la terapia, que a lo largo de ella. No queriendo con ello decir que no se le preste atención a lo largo de todo el proceso.
Empatía
La empatía hace referencia a la capacidad para comprender los sentimientos del otro. Por ejemplo: si un paciente dice “no sé si seré merecedor de esta persona” una respuesta empática sería “no te crees lo suficientemente bueno para ella”. Si la respuesta fuese “quizás no sea ella la persona que te conviene”, el terapeuta estaría dando una respuesta desde su punto de vista.
La empatía o comprensión empática, ayuda a establecer una buena relación terapeuta-paciente, a obtener más información mostrando que el terapeuta comprende al paciente.
Honestidad
El terapeuta ha de ser honesto y legal con el paciente, expresando de manera abierta y clara sus opiniones. De todos modos esta honestidad hay que manejarla con cuidado, porque ser claro no significa decir todo lo que se piensa u opina sobre el paciente.
En algún caso llegar a asegurarle al cliente que se recuperará, puede hacer que perciba al terapeuta como poco sincero o absurdo. En cambio, demostrar al paciente que sus síntomas pueden eliminarse corrigiendo sus ideas poco realistas y sus conductas, puede ser más adecuado.
Credibilidad
Que un terapeuta tenga una buena credibilidad, es decir, que sus palabras (sean creíbles, válidas) tengan crédito, que sean fiables como fuente de información, es una de las características básicas de un buen terapeuta. A mayor credibilidad, podríamos decir más crédito, más respecto del paciente hacia el terapeuta.
La credibilidad del terapeuta se puede medir en:
- Experiencia: la experiencia del terapeuta es una de las características que contribuyen a una buena relación terapéutica, ya que ésta le da al terapeuta un bagaje que le permite interactuar de modo más adecuado con el paciente. La experiencia y una buena formación, hacen que tenga un adecuado manejo de las situaciones, comportamientos o emociones del paciente. Existen una serie de actitudes del terapeuta que hacen que el paciente identifique al terapeuta como un terapeuta experto, como por ejemplo: dar la mano y saludar llamando por el nombre al paciente; apariencia cuidada; hablar a nivel del paciente, no usando un lenguaje pedante; expresión cordial; pregunta directamente y va al centro de la cuestión, sus preguntas siguen una programación lógica.
- Fiabilidad como fuente de información: es decir, su formalidad, predictibilidad y consistencia.
- Motivos e intenciones del terapeuta: cuanto más claro tenga el paciente que el terapeuta está trabajando para el bienestar del paciente, mayor será su credibilidad.
- Dinamismo: Para muchos pacientes será importante tener un terapeuta dinámico y enérgico que inspire la seguridad y el refuerzo suficiente a sus pacientes.
Flexibilidad
Los terapeutas flexibles adaptan métodos y técnicas a sus pacientes en lugar de forzar a estos a adaptarse a sus técnicas. Buscan el modo más adecuado para que cada paciente puede realizar las tareas impuestas.
Nivel teórico y práctico del terapeuta
El terapeuta debe tener un buen conocimiento de sí mismo. Por una parte, saber cuáles son sus limitaciones en el nivel teórico y práctico, es decir, saber lo que no sabe. También es importante que sepa qué tipo de pensamientos y sentimientos tienen mayor influencia en los juicios que realiza, así como conocer las propias dificultades emocionales. Evidentemente, es aconsejable que el terapeuta tenga un buen equilibrio psicológico y asista a terapia para no estar cargado emocionalmente con las situaciones de sus pacientes.
Referencia: Luis A. Oblitas. “¿Cómo hacer psicoterapia exitosa?” Los 22 enfoques más importantes en la práctica psicoterapéutica contemporánea y de vanguardia. PSICOM Editores. Bogotá D.C. Colombia 2004. Pág. 18