La teorìa de Carl Rogers

La teoría de Carl Rogers es distinta al psicoanálisis de Freud, y es quizá una de las teorías que caracteriza a las corrientes humanistas; Rogers concibe al ser humano desde una perspectiva positiva: “el hombre es bueno y saludable por naturaleza”, lo que contrasta con el psicoanálisis, el cual concibe al ser humano como patológico y con instintos negativos. Rogers desarrolla su teoría a partir del encuentro que tiene con pacientes en su práctica clínica, no elaboró una teoría exclusivamente relacionada a la personalidad, sin embargo, aportó conceptos que pueden incluirse en el desarrollo de la personalidad.

Carl Rogers – La persona plenamente funcional

Para Rogers, el ser humano se encuentra en constante cambio y se debe adaptar a las circunstancias en las que vive, está adaptación depende de la capacidad que tenga de aprender de las experiencias que ha tenido; también menciona que esta capacidad de adaptación es parte del ser humano, y a esta cualidad la denominó tendencia actualizante, lo cual significa que todos los seres vivos, de manera innata, tienen una motivación de crecimiento y de supervivencia, en el ser humano esta tendencia va más allá de la supervivencia, hasta llegar a un grado de autorrealización, similar a la pirámide de Maslow en su último nivel.

La concepción teórica del ser humano para Rogers se basa en un proceso, es decir, el ser humano se construye, se moldea, se realiza todo el tiempo, este proceso siempre es en beneficio de sí mismo. En este sentido, la personalidad se desarrolla basada en las experiencias cotidianas y en la tendencia actualizante de cada individuo.

Condiciones para el enfoque centrado en la persona

La teoría desarrollada por Rogers se denomina “enfoque centrado en la persona”, precisamente porque la atención se orienta al ser humano como centro y protagonista de su propio desarrollo; este enfoque no pretende modificar conductas o explorar hechos pasados como lo harían otros enfoques, la intención se focaliza en que la persona reconozca sus posibilidades de crecimiento, sus limitaciones y sus incapacidades.

El enfoque centrado en la persona concibe un ideal del Yo como aquello por lo que el ser humano tiende a ser; en este sentido, la tarea del terapeuta se limita a acompañar a la persona en este proceso.

En la siguiente imagen, se puede observar que el nivel de frustración es directamente proporcional a la lejanía en el alcance del Ideal del Yo, esto significa que entre mayor sea el número de metas (inalcanzables o imposibles), mayor es la frustración que tiene cada ser humano; por el contrario, entre mayor sea el contacto que tenga con la realidad presente, más satisfecho y menos frustrado es el individuo.

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