Las pulsiones del inconsciente

Al inicio su trabajo psicològico de Sigmund Freud utilizò términos como excitación, impulso, deseo y tensión. Sin embargo, con el tiempo fueron reemplazados en sus trabajos posteriores por el término pulsión. En su trabajo metapsicológico de 1915, “Las pulsiones y destinos de pulsión”, Freud delineó con cuidado dos distinciones entre estímulos y pulsiones que son las siguientes:

  • Freud señaló que los estímulos físicos inciden en el organismo desde el ambiente externo, mientras que los impulsos pulsionales se desarrollan dentro del organismo. Aunque el organismo, mediante el uso de reflejos, puede escapar o incluso terminar la estimulación externa, no se puede escapar o huir de las demandas de las pulsiones internas. Un organismo no puede evadir las demandas de su propio cuerpo.
  • Una segunda característica distintiva es que la estimulación que se origina en el ambiente tiene sólo un impacto temporal en el organismo. Mientras que la excitación pulsional interna sólo termina cuando se satisface la necesidad del tejido que dio lugar a la pulsión. Por ende, puede pensarse en las pulsiones como necesidades que buscan una satisfacción apropiada.

En su análisis de las pulsiones, Freud regresó a su idea anterior del sistema nervioso como un aparato que funciona para reducir la estimulación y la excitación al nivel más bajo posible. En su opinión, al sistema nervioso se le asigna la tarea de “dominar los estímulos” mediante la liberación de la excitación casi en cuanto se acumula. Denominada por Breuer y Freud el principio de la constancia, esta idea de que el sistema nervioso regresa, de manera reiterada, a algún estado óptimo de activación mínima es similar al moderno concepto biológico de homeostasis. En consecuencia, se deduce que esta tarea esencial es complicada en el caso de una pulsión porque el sistema nervioso no puede vencer las demandas pulsionales mediante el recurso de la huída. Además, dado que el sistema nervioso se rige por el principio de placer la búsqueda de placer mediante la liberación de una tensión desagradable que va en aumento no es posible manejar a las pulsiones de una forma que sólo evita sus demandas; el sistema nervioso debe encontrar la manera de reducir el déficit biológico (o de satisfacer el impulso) que representa la demanda.

Entonces, para Freud el concepto de instinto era tanto psicológico como biológico, en la frontera entre los fenómenos corporales y mentales. Una pulsión es una representación mental de una necesidad física o corporal.

Características de las pulsiones

Freud distinguía cuatro características de una pulsión:

  1. Presión: se describe como presión a la cantidad de fuerza o potencia de la demanda que hace la pulsión a la mente. Así, por ejemplo, la privación de alimento durante 24 horas produce mayor presión pulsional (hambre) que la privación por apenas cuatro horas.
  2. Propósito: todos los impulsos pulsionales se esfuerzan por llegar a una meta o propósito: la satisfacción o reducción de la tensión. En tanto que la satisfacción es claramente el propósito universal de un instinto, una determinada pulsión puede operar de distintas maneras para lograr su meta.
  3. Objeto: para obtener su propósito último de satisfacción, la pulsión debe buscar algún objeto concreto, por lo regular externo, que tenga el poder de reducir su tensión. Por ejemplo, la pulsión de hambre de un infante se dirige al objeto de la comida. El objeto de una pulsión es su característica más variable. Por lo que es posible el desplazamiento de un objeto de satisfacción a otro, un proceso muy característico de la realización del deseo en los sueños. Por ejemplo, algunos prisioneros condenados con miembros de su propio sexo pueden recurrir a la homosexualidad como sustituto de la gratificación heterosexual, para regresar a la gratificación heterosexual exclusiva cuando son liberados.
  4. Fuente: la fuente de las pulsiones reside en los procesos físico-químicos del cuerpo. Por ejemplo, las pulsiones sexuales tienen sus fuentes fisiológicas en las secreciones hormonales, la actividad del sistema nervioso central y la excitación genital; el instinto del hambre se origina en las vísceras (y también en algunas partes del sistema nervioso central).

Referencia: Sollod, N. Robert. “Teorias de la personalidad” 8va edicion. Editorial McGrawHill. Mèxico, D.F. 2009. Pàg 66