Los orígenes del trastorno

Sinopsis:

En este post explicare lo que los profesionales de la salud mental llaman neurosis, psicosis, conducta anormal y variedades aparentemente infinitas de la esquizofrenia; también se mencionan sus acepciones en lenguaje ordinario: estar loco, estar enfermo, estar enajenado.

En realidad pocos de estos términos encuentran empleo en la terapia Gestalt. Algo que me inquieta tanto es que a pesar de que estos términos sean utilizados por profesionales su descripción técnica sea engañosa por ser menos exacto de lo que parecen ser.
Las categorías de “enfermedad mental” tienen muchos usos clínicos y sociales que, de hecho, son perjudiciales para el éxito del tratamiento. Esta es una de las razones por las que en terapia Gestalt no se utilizan categorías de “enfermedad mental” para etiquetar al paciente.
Según la terapia Gestalt los trastornos no son “mentales” sino del organismo. Es decir que nuestras mentes no están enfermas, más bien somos nosotros quienes estamos enfermos. Cuando alguien nos dice que tenemos un trastorno mental en realidad trata de decir que todo nuestro cuerpo está enfermo, no la mente, sino el organismo.

De manera en el contexto de la terapia Gestalt a este “trastorno mental” se le llama interferencias. Esta interferencia altera el proceso de formación y destrucción de la Gestalt a tal punto de distorsionan y desequilibrar nuestra integración básica. En pocas palabras desequilibran el funcionamiento del yo.
Los trastornos del funcionamiento no son categorías fijas como lo refiere la terminología psicológica. O, más bien, las categorías son fijas pero nuestra conducta no lo es.
Por lo regular definimos la anormalidad en relación con los mismos procesos que tenemos en cuenta para describir la salud. Una “enfermedad mental” no es una enfermedad, más bien es la ausencia del libre funcionamiento del organismo.

Desarrollo:  
Funcionamiento Sano
El funcionamiento sano, contiene en sí, vulnerabilidades. Nuestro contacto con el medio significa que constantemente estamos expuestos al peligro.

Por ejemplo: la terrible desesperación del duelo. Al vivir en una relación que nos proporciona apoyo seguro, hemos convertido al otro en un tú. Debido a nuestro compromiso hemos convertido al otro en parte de la Gestalt de nuestra experiencia, en parte de nosotros mismos. Y, entonces, desaparece el otro. El contacto al que nos abrimos, repentinamente, es un contacto con el vacío. Miramos hacia un abismo y nos llenamos de tristeza y perdición.

Cuando niños, la posibilidad de frustración, privación y peligro, es mayor que cuando adultos, porque el dominio del medio a lo largo de nuestro desarrollo, es mayor. Estamos poco preparados para organizar el ambiente y también a las necesidadessencillas básicas que creemos, están satisfechas. Al ordenar las cosas, nuestros padres hacen por nosotros, algunasde las cosas que nosotros tendremos que hacer después. Es parte de la relación entre el progenitor y el niño.

La mayoría de los trastornos se originan en la infancia. Por ejemplo: si nuestra madre no nos alimenta cuando tenemos hambre, aprendemos a no hacer caso a nuestra hambre. Quizá sentimos resentimiento hacia nuestra madre, pero también la queremos y la necesitamos, así que pasamos por alto nuestro resentimiento o lo enfocamos a otra parte.

Si estamos llenos de sufrimiento y no se nos permite hacer rabietas contra las circunstancias o gritar nuestro desamparo, haremos la adaptación que podamos. Quizá ocultemos nuestro sufrimiento tras una máscara, una máscara mortal y desprovista de emoción.

Funcionamiento Anormal 
Es un conjunto de conductas que significa que nos sentimos carentes de los medios necesarios para enfrentarnos a nuevas situaciones y puesto que una gran parte del potencial lo perdemos, este sentimiento resulta firme a menudo.

El resultado es la típica “neurosis” que disminuye el sentido de nuestros cuerpos, así como nuestras funciones sensoriales. Somos incapaces de interesarnos o excitarnos y una gran parte de lo que hacemos carece de significado para nosotros. Nos sentimos vacíos y confusos. E inclusive cuando nos parece saber lo que queremos decir o hacer, tenemos dificultades para expresarlo.

En términos de formación de la Gestalt, la anormalidad consiste en interrumpir la Gestalt en diversos aspectos de su aparecer.

Cronología de un trastorno 
La primera fase de un trastorno es interferir en el funcionamiento libre. El funcionamiento libre es el medio por el que suprimimos la excitación para someternos a conductas prohibidas pero también funciona como un motor que incentiva a la conducta adecuada para nosotros. Cuando se altera este funcionamiento nos volvemos en contra de la conducta espontánea apartándonos de lo que percibimos como necesidad dentro de la situación. Al hacerlo, nos ponemos en conflicto con nosotros mismos y parte de la energía vital tiene que emplearse para reprimirnos. La supresión, consciente y controlada, pronto se convierte en represión crónica e inconsciente. Borramos el conflicto con la pretensión de obtener un término y liberar nuestra atención para las nuevas exigencias de la vida (pruebas o placeres) que siempre nos esperan.

En segundo lugar, se altera nuestra capacidad de orientar y manejar; algunas de nuestras posibilidades las hemos perdido ahora de nuestra conciencia. (Hay que recordar que nuestras funciones de seguridad son la huida, retirarse, desensibilización, alucinación y delirio. Son distorsiones del contacto que necesariamente impiden nuestra capacidad de enfrentarnos con éxito a las situaciones nuevas).

En tercer lugar, hemos perdido la energía que continúa fluyendo hacia el conflicto del cual hemos llegado a estar inconscientes, por este motivo no podemos usarla para enfrentarnos a situaciones nuevas. En un mal funcionamiento, nos encontramos en constante crisis operando con nuestras funciones de seguridad. Nuestros mecanismos para la formación normal y sana de figura-fondo y su destrucción, están incapacitados por haber reprimido algunos aspectos de ella.

La conducta trastornada consiste en adaptaciones como estas. No son sanas porque no funcionamos libremente. El trastorno del organismo es la acumulación de sucesos como el anterior. Debido a la interferencia con nuestras funciones de contacto y la persistencia de nuestra función de seguridad, perdemos nuestra unidad. Ya no estamos en contacto con nosotros mismos, ni con el ambiente y nuestro contacto y excitación ya no conducen a una Gestalt intensa y a una acción expresiva.

Como resultado de ello, no podemos madurar. Estamos suspendidos en las mismas conductas que desarrollamos anteriormente.Persisten las viejas actitudes sensoriales y motoras,aunque para las situaciones nuevas siempre son inadecuadas.

Nuestra energía se difunde en un doble sentido: al conflicto específico entre nuestro libre funcionamiento y las demandas imposibles de la situación como las percibimos y en la represión general necesaria para mantener la excitación del organismo por debajo del nivel en que volvería a despertar el conflicto a pesar de reprimirlo.

Referencia:
Latner, Joel (1978) “Fundamentos de la Gestalt”Editorial Diana, México, I.S.B.N. N° 956-242-013-2