Desde el principio, la mayoría de los pacientes espera agradar al entrevistador, pero el verdadero rapport entre dos individuos no nace de la noche a la mañana. Se desarrolla de manera gradual, con una larga relación y la cooperación de las dos partes. Aun así, como terapeuta puedes recurrir a ciertas conductas para acelerar el surgimiento del rapport y mejorar la comunicación durante el proceso de terapia.
Tu conducta es la clave
Recuerda que el profesionalismo no exige una formalidad excesiva; de hecho, debes tener cuidado de evitar la imagen de terapeuta frío, como un tiempo estuvo de moda en películas, caricaturas y ficciones. Si pareces relajado, comprensivo e interesado en él, es más probable que el paciente se sienta seguro y cómodo. Vigila con cuidado tu expresión facial: no frunzas el ceño, no hagas muecas ni muestres cualquier otro signo de negatividad que pueda ser interpretado como desaprobación. Aunque debes evitar mirar fijamente, lo cual puede hacerte parecer frío y crítico, asegúrate de hacer contacto visual con frecuencia, incluso mientras tomas notas. Desde luego, no quieres parecer poco sincero, pero sonreír e inclinar la cabeza de manera apropiada demostrará que eres atento y comprensivo.
Sólo al principio es recomendable usar con moderación los elogios. Empleándolos como reforzadores, los elogios pueden moldear potencialmente la conducta, pero al principio de cualquier relación, no se sabe con la suficiente seguridad qué conductas pueden ser reforzadas. Por ejemplo, no es deseable elogiar una aparente franqueza si el paciente no ha dicho toda la verdad.
La propia conducta del paciente quizás moldee la interacción más que cualquier otro factor. El lenguaje corporal dejar caer los hombros, pies inquietos, lágrimas, puños apretados a menudo indica con claridad el sentir del paciente. En el tono de la voz se pueden encontrar otras pistas sobre sus sentimientos. Supongamos que preguntas al paciente, Que tal señor López, cómo le va con su esposa, y responde “Bien”. Si su tono es cálido y ligero, quizá la pareja tiene pocos problemas interpersonales. Si lo dice con los dientes apretados, con una monotonía pesada o con un suspiro, el señor López puede estar escondiendo sentimientos de desesperanza o enojo que aún no puede poner en palabras.
Otro aspecto importante es como arreglar el mobiliario de modo que no haya barrera entre paciente-terapeuta, con facilidad y naturalidad puedes ajustarte incluso a los cambios mínimos en el afecto y promover el rapport. Si el paciente está deprimido, quizá sientas que es conveniente acercarte un poco para mostrar tu interés. Puedes seguir esa inclinación natural. Si se percibe hostilidad, puedes sentir que es mejor alejarte físicamente, aunque sea unos cuantos centímetros; hacer esto ayudará a relajar la tensión, pues cada uno tendrá más espacio para moverse. Del mismo modo, puedes reír cuando el paciente haga una broma o mostrar una expresión de preocupación y apoyo durante una crisis de pánico. Para cuando hayas entrevistado a tu primera docena de pacientes, harás estas cosas de manera automática en respuesta a las señales inconscientes de cada paciente.
Al mismo tiempo, debes mantener con cuidado cierta neutralidad hacia aquello que escuchas. Si el paciente critica a sus familiares, no puedes defenderlos, pero respaldar las críticas te pone en riesgo de ofender a alguien cuyos sentimientos pueden ser ambivalentes. Una respuesta segura es un comentario empático que no se ponga del lado de nadie.
Por ejemplo: Paciente: ¡Mi madre es una perra! Siempre trata de interferir entre mi esposo y yo. Entrevistador: (Inclinándose ligeramente al frente). Eso debe ser un verdadero problema para usted.
Esta actitud del entrevistador, comprensiva, no crítica y respetuosa del paciente y sus familiares, probablemente favorezca una buena relación de trabajo.
Tomado de: Morrison, James, autor. “La entrevista psicológica”. 1a. edición. México, D.F. : Editorial El Manual Moderno, 2015. Pàg 22.