Alteraciones sociales en niños autistas

Los niños autistas tienden a tener una serie de dificultades sociales que se pueden observar detenidamente en la interacción social.

Una de las dificultades más sobresalientes son la empatía, la relación entre iguales y el escaso interés por los demás. Además, la capacitad para responder a las relaciones sociales de forma apropiada para su edad está afectada. Una persona autista encuentra difícil ajustar su comportamiento al de los demás, ya que no entienden muy bien las convenciones y normas sociales. También suelen tener problemas para compartir el mundo emocional, el pensamiento y los intereses. No obstante, existen grandes diferencias individuales, pudiendo encontrar desde el aislamiento total hasta las relaciones sociales restringidas, según la gravedad. En cada caso, las técnicas pueden diferir en función de los objetivos y apoyos utilizados:

Alteraciones sociales en niños autistas

A) Aislamiento/escaso interés social: en estos casos es aconsejable intervenir realizando acciones compartidas, generando experiencias donde se utilice y promocione el contacto ocular y la expresión emocional compartida (dramatización y role-play)

B) Respuestas intersubjetivas primarias:

cuando no existen estas respuestas o son pobres, se intenta promover las relaciones sociales; en este sentido, el desarrollo de actividades en grupo, identificando y expresando sentimientos, estableciendo reglas de funcionamiento (juegos colectivos, canciones en corro, intercambio de objetos en orden, etc.), puede resultar adecuado.

c) Falta de atribución de estado mental en las

relaciones sociales: en este nivel, el objetivo es el desarrollo de habilidades sociales básicas, reconocimiento de expresiones faciales y la tarea de atribución de estados mentales (teoría de la mente).

Puede iniciarse delante del espejo de forma individual, pasar la imagen a la pantalla de la televisión o trabajar en grupo por medio de role-playing.

d) Interés social por coetáneos: se trata de promocionar los intereses adaptativos de la edad, la comprensión social de situaciones específicas, el cambio de contexto, identificación de bromas, etc. La dramatización es una de las técnicas más valoradas en este contexto.

Existen diferentes técnicas o programas de desarrollo

de habilidades sociales. Quizá el programa más conocido es el de historias sociales (Social Stories). Es una técnica desarrollada por Gray y Garand publicado en el año 1993 para ayudar a que los niños autistas comprendan las reglas sociales, como interactuar adecuadamente con los demás.

Las historias sociales abordan problemas que el niño con TEA tiene para ponerse en el lugar del otro, y entender el punto de vista de otra persona. Las historias sociales están compuestas por series específicas de oraciones directivas, descriptivas y prospectivas, que expresan el comportamiento deseado en términos positivos.

Uno de los síntomas comunes en niños autistas son las alteraciones sociales que sufren a consecuencia de este trastorno. Desde este punto de vista se puede hablar desde dos perspectivas que son el funcionamiento intelectual y el funcionamiento social. Es decir los problemas de socialización de los deficientes mentales son generalmente el rasgo más visible y discriminativo, y además son el tipo de alteraciones que más rechazo e impresión pueden provocar.

Es importante considerar que el área social ha sido el gran ausente de los programas de aprendizaje de educación especial y que, sólo recientemente, está recibiendo el interés de investigadores y profesores. Pero este desconocimiento es aún más dramático cuando hablamos de autismo si consideramos, por ejemplo, que, para un creciente número de clínicos, el tipo específico de alteración social del autista constituye el rasgo primario y caracterizador de todo su síndrome de conducta.

Antecedentes del autismo

Leo Kanner en 1943, sugiere que los 11 niños de su estudio han venido al mundo con una incapacidad innata y de procedencia biológica para formar el contacto afectivo normal con las personas, del mismo modo que otras personas vienen al mundo con una deficiencia física o intelectual.

Esta concepción del síndrome dio lugar a dos visiones contrapuestas: para unos, el autismo constituye básicamente una perturbación de carácter afectivo que da lugar, secundariamente, a trastornos en las formas cognoscitivas de la personalidad; y, para otros, estas disfunciones cognoscitivas constituyen los síntomas básicos o primarios y las alteraciones de la expresión afectiva son consecuencias de la incompetencia cognitiva.

En general, el primer modelo ha estado ligado a concepciones psicodinámicas, y el segundo a concepciones organicistas y conductuales del síndrome.

Durante los años 50-60 autores como Rutter (1966, 1967, 1968) y Churchill (1972) Wing y Risk (1972) Hermelin y O’Connor (1970) DeMyer (1976) explicaron la sintomatología de las alteraciones de conducta y de personalidad de los niños autistas

En la actualidad, los hallazgos de la Psicología Evolutiva referentes al desarrollo social y cognitivo del neonato y al papel de la madre en ese proceso, están sacando del punto muerto en que estaba la discusión entre afectivistas y organicistas.

Desde el punto de vista evolutivo, lo que está alterado es la base de las funciones de conocimiento y afecto; y esta base es la interacción. La Psicología Evolutiva ha demostrado que el niño no interactúa en función de unas estructuras cognitivas y efectivas de base (como señala el modelo constructivista de Piaget), sino que la génesis de esas funciones reside en la interacción misma y no en una competencia endógena. Esta idea era expuesta hace más de cincuenta años por Vygotsky cuando exponía que en el desarrollo cultural del niño, toda función aparece dos veces: primero, a nivel social, y más tarde a nivel individual. Esto es primero entre personas y luego en el “interior “del propio niño. (Rivière, 1984)

Alteraciones sociales en niños autistas

A continuación explicare cuáles son, a grandes rasgos, las alteraciones sociales de los niños autistas:

  • Fracaso en el uso de la mirada frente a frente, de la expresión facial, corporal y gestual que regulan la interacción.
  • Falta de conducta de apego y fracaso relativo en el establecimiento de vínculos, que es más marcado durante los primeros cinco años.
  • A diferencia de los normales, los niños autistas no suelen seguir a los padres por la casa o reaccionar a su presencia.
  • No buscan consuelo cuando se hacen daño, ni dan besos o hacen caricias.
  • Pocas veces ofrecen consuelo o responden a las alegrías o desgracias de otras personas.
  • Inician pocos juegos interactivos.

Aunque otros trastornos de la infancia se caracterizan por el establecimiento de vínculos personales alterados -síndrome de hospitalismo- la calidad de estas interacciones es muy diferente a la de los niños autistas.

Puede ocurrir que alrededor de los cinco años ya no sean tan evidentes muchas de las alteraciones sociales (al menos no en el mismo grado), pero continúa habiendo fuertes dificultades sociales que se ven más claramente en:

  • Falta de juego colectivo cooperativo con otros niños.
  • Fracaso en el establecimiento de amistades personales.
  • Falta de empatía y fracaso para percibir los sentimientos.
  • Falta de respuestas a las emociones de otras personas. Esta dificultad suele dar lugar a que el niño diga o haga cosas socialmente inadecuadas.

Hasta aquí con una breve reseña acerca de las alteraciones sociales que viven los niños autistas.

Referencia: Marín, Francisco Alcantud. “Trastornos del espectro autista detección, diagnóstico e intervención temprana” © Primera edición electrónica publicada por Ediciones Pirámide (Grupo Anaya, S. A.), Madrid, España. 2013. Pág. 219