Evolución de los trastornos del espectro autista

La evolución de los trastornos del espectro autista han cambiado con el paso del tiempo y esto han producido cambios esenciales en las ideas sobre la naturaleza de los trastornos autistas. Anteriormente los diagnósticos remitían eventos sobrenaturales en el cerebro y la conductas de los niños que tenían algún trastorno autista, con el tiempo eso ha ido cambiando y las investigaciones en el campo del autismo han revelado lo que hasta hoy en día conocemos como “trastorno del espectro autista”. 

Evolución de los trastornos del espectro autista

Un niño muy conocido e investigado a quien se le creía que tenia una posesión demoniaca es Víctor, “el niño salvaje de Aveyron”, algunos creían que lo habían abandonado cuando era un bebé y, como en la leyenda de Rómulo y Remo, lo habían criado unos lobos.

Algunos han utilizado esta explicación para otros casos registrados de niños que se encontraron viviendo en estado salvaje, aunque la consideración de los detalles prácticos de la alimentación y la crianza de un bebé humano hace que parezca altamente improbable.

Ha finales del siglo XIX, el psiquiatra Henry Maudsley planteó la posibilidad de que la “psicosis” se diera en niños. Esta palabra no tiene un significado preciso, pero tiende a utilizarse como una etiqueta general para la conducta extravagante y extraña. Los trastornos que ahora se consideran dentro del espectro autista se ajustaban a esta descripción, por lo que se clasificaron como “psicosis infantiles”

En las primeras décadas del siglo xx, las teorías de los psicoanalistas influyeron mucho en las actitudes de los profesionales y del público. A partir de que Kanner publicara su primer artículo sobre el “autismo infantil precoz” muchos creían que el autismo era un trastorno emocional, no físico, y que todos los problemas se debían al modo en que los padres habían educado a sus hijos. El efecto fue desastroso, agravaba la inquietud de los padres al tener un hijo cuya conducta no podían comprender, les hacía sentirse culpables y disminuia la confianza que pudieran tener en su capacidad para ayudarle.

Hasta la década de 1960 no comenzaron a surgir ideas nuevas sobre la naturaleza de los trastornos autistas. Las investigaciones sobre el desarrollo infantil normal, así como los trabajos sobre el autismo de Kanner, especialmente los de Michael Rutter y sus colegas, dieron lugar a cambios esenciales.

Algunos psiquiatras infantiles consideraban que los trastornos autistas eran formas de la esquizofrenia infantil. Sin embargo, una serie de estudios de Israel Kolvin y sus colegas en la década de 1970 demostró las diferencias entre el autismo y el trastorno, muy raro, de la esquizofrenia que se da en la niñez.

En los setenta y los ochenta, comenzó a considerarse seriamente la idea de que el autismo de Kanner formaba parte de un espectro más amplio de trastornos autistas, alentada, entre otros estudios, por el trabajo en Camberwell mencionado anteriormente y el de Christopher Gillberg y sus colegas en Suecia. Aún se están explorando las implicaciones de este punto de vista en la investigación y en la práctica clínica.

Los cambios en las ideas sobre los trastornos autistas se pueden observar en la historia de los dos sistemas internacionales de clasificación de los trastornos psiquiátricos y de la conducta, la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD), publicada por la Organización Mundial de la Salud, y el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM) de la Asociación Americana de Psiquiatría. Las primeras ediciones de la ICD no incluían en absoluto el autismo. La octava edición (1967) mencionaba sólo el autismo infantil como una forma de esquizofrenia y la novena edición (1977) lo incluía bajo el encabezamiento de “psicosis infantil”.

La décima edición de la ICD (1992) y la tercera (1980), la tercera revisada (1987) y la cuarta (1994) del DSM adoptan el punto de vista actual de que hay un espectro de trastornos autistas y que son trastornos del desarrollo, no “psicosis”. El término utilizado en ambos sistemas de clasificación es el de “trastornos generalizados del desarrollo”.