Peter Hobson -Teoría de la mente en el autismo

Peter Hobson ha sugerido, sobre la base de los experimentos acerca del reconocimiento de emociones, que la ausencia de una teoría de la mente en el autismo es el resultado de un déficit más básico, un déficit emocional primario en la relación interpersonal. Para Peter Hobson, el problema del autismo no está causado por una inhabilidad para acceder a las meta representaciones, inhabilidad que considera una importante consecuencia, aunque secundaria.

Un déficit emocional primario podría hacer que el niño no recibiera las experiencias sociales necesarias en la infancia y la niñez para desarrollar las estructuras cognitivas de la comprensión social. La empatía se constituye en un mecanismo psicológico a través del cual el bebé se vincula con los padres. El contacto empático no está mediado por representaciones. A través de la empatía, el bebé percibe actitudes en las personas, a las que más tarde atribuirá estados mentales. El reconocimiento de las actitudes de los además y el desarrollo de la imitación posibilitan el acceso a la mente del otro.

Desde esta concepción, en el autismo parece haber dificultades con el procesamiento de estímulos afectivos. La teoría propuesta por Hobson mantiene importantes similitudes con la explicación original de Kanner, y cuenta con un amplio conjunto de resultados empíricos a su favor.

Además, los trabajos clásicos de Mundy y Sigman en el año 1989 acerca de las habilidades de atención conjunta y las líneas de investigación posterior en esta dirección son congruentes con la posición de Hobson, quien sugiere que la ausencia de participación en la experiencia social intersubjetiva que presentan los niños con autismo conduce a dos consecuencias especialmente importantes:

  1. Un fallo relativo para reconocer a las personas como tales, con sus propios sentimientos, pensamientos, deseos e intenciones.
  2. Una dificultad severa en la capacidad para «abstraer», sentir y pensar simbólicamente.

Por tanto, las secuelas cognitivas de lo que se ha llamado «teoría afectiva» son similares a las descritas en las teorías con déficit en la metarrepresentación. Algunos de los avances recientes en la investigación neurobiológica, como el papel de las denominadas «neuronas espejo» en el desarrollo de la imitación o un conocimiento más exhaustivo de los sustratos neurales de las habilidades de atención conjunta, proporcionan apoyo adicional a la propuesta de Hobson, que ha venido precisando en sus últimos trabajos, insistiendo en la necesidad de que para comprender el autismo no sólo basta el conocimiento de las «alteradas» experiencias sociales, o mejor dicho su falta de experiencia social, sino que necesitamos tener en cuenta lo que ocurre entre el niño y los demás, centrándonos en la experiencia que el niño tiene (o carece) a través de otras personas. La relación que el niño establece en el desarrollo normal con las relaciones que las otras personas tienen con el mundo, es el fundamento para poder sentir a los demás como personas que tienen sus propias orientaciones subjetivas hacia el mundo, para poder desarrollar el sentimiento de uno mismo y de los otros, para poder elaborar conceptos mentalistas cada vez más sofisticados, para poder desarrollar la capacidad de autorreflexión y determinados aspectos de la función ejecutiva, así como aquellos aspectos del funcionamiento simbólico y de las actitudes flexibles que dependen de las relaciones con el mundo y que contribuyen en gran medida a la creatividad humana en el pensamiento y en la acción.

Referencia: Marín, Francisco Alcantud. “Trastornos del espectro autista” Detección, diagnóstico e intervención temprana. Ediciones Pirámide. Madrid, España. 2013. Pág. 27.

Peter Hobson