El universo del Trastorno del Espectro Autista (TEA) es vasto y complejo, un desafío constante para la comprensión humana. Durante décadas, la investigación psicológica ha buscado descifrar los códigos detrás de las particularidades en la interacción social, la comunicación y la percepción que caracterizan a las personas con autismo. Uno de los focos principales ha sido el mundo de las emociones y la capacidad de entender la mente de los demás. En este intrincado camino, la figura de Peter Hobson emerge con una perspectiva fundamental que invita a reflexionar sobre los cimientos mismos del desarrollo social y emocional.
El Enigma de las Emociones en el Autismo
Una de las características más reconocidas en las personas con autismo es un déficit significativo en la percepción de las emociones. Este aspecto es crucial, ya que la habilidad para percibir y comprender las emociones es un elemento esencial para el desarrollo afectivo y emocional de un individuo. La dificultad no solo radica en la percepción, sino también en la expresión de emociones, sentimientos y deseos, lo que impacta directamente en la integración social, tanto a nivel personal como social. Históricamente, autores como Hans Asperger señalaron la aparente falta de empatía en los niños que estudiaba, y Leo Kanner inicialmente hipotetizó que esta ausencia se debía a la falta de respuesta empática de los padres. Aunque la teoría de la «madre nevera» fue desacreditada, la idea de un déficit empático persistió.
El equilibrio emocional estable, basado en la valoración positiva de uno mismo y en la adquisición de estrategias para afrontar las dificultades diarias, es un objetivo básico de la actividad educativa. Para las personas con autismo, favorecer la percepción y expresión de emociones es vital para mejorar su calidad de vida y su capacidad de aprendizaje. Se espera que la comprensión de las emociones, creencias e intenciones de los demás esté estrechamente relacionada con el nivel de competencia social, influyendo en la adaptación social.
Las Grandes Teorías Explicativas del TEA
Para entender el perfil psicológico de las personas con TEA, es necesario explorar las diversas teorías propuestas a lo largo del tiempo. Estas teorías, formuladas desde diferentes perspectivas psicológicas, buscan explicar las particularidades del autismo.
La Teoría de la Mente Clásica: Un Primer Acercamiento
Una de las teorías más influyentes es la Teoría de la Mente, propuesta por investigadores como Frith, Leslie y Baron-Cohen. Esta teoría sugiere que la tríada de problemas conductuales del autismo (dificultades sociales, comunicativas e imaginativas) es el resultado de un trastorno en la capacidad básica humana para «leer las mentes». Se plantea que las personas con autismo carecen de la habilidad para pensar sobre los pensamientos propios y ajenos, lo que explica sus desafíos en ciertas habilidades sociales, comunicativas e imaginativas. La teoría de la mente se define como la capacidad de atribuir estados mentales (intenciones, creencias, deseos, emociones, conocimiento, comprensión, etc.) a uno mismo y a otros, y se basa en estructuras del lóbulo temporal y el córtex prefrontal.
Investigaciones tempranas en esta línea encontraron que los niños autistas mostraban deficiencias en el uso y la comprensión del gesto protodeclarativo (señalar para compartir atención) pero no en el protoimperativo (señalar para conseguir un objeto deseado). Esto se relaciona con la habilidad de «mentalización», la cual, según esta hipótesis, está ausente en el autismo y explica la ingenuidad social, los problemas en la interacción recíproca y la comunicación. Autores célebres con autismo, como Temple Grandin, han coincidido en la incapacidad de descifrar las emociones de los demás y en la dificultad con la empatía. A pesar de ello, existe un debate sobre la presencia o ausencia total de la teoría de la mente en el autismo.
Otras Perspectivas Cognitivas y Ejecutivas
Además de la Teoría de la Mente, otras teorías buscan explicar el perfil psicológico del autismo:
- Teoría de la Coherencia Central Débil: Propuesta por Uta Frith, sugiere que las personas con TEA tienen dificultades para integrar la información en un «todo» coherente, centrándose en los detalles pequeños. Esto podría explicar la dificultad para elaborar interpretaciones comprensivas de los hechos y no percibir intenciones basadas en claves contextuales como el movimiento de los ojos o las manos.
- Teoría de la Función Ejecutiva: Alternativa a la teoría de la mente, se centra en la dificultad para «desprenderse de un objeto» o superar la ubicación de un objeto en el mundo real. También se ha observado que adolescentes y adultos con autismo de buen funcionamiento presentan déficits en la memoria de trabajo, especialmente en áreas de ordenamiento temporal, planificación y organización.
- Teoría de la Hiperselectividad: Plantea que las personas con autismo tienen problemas para mantener la atención en una tarea, concentrándose en aspectos poco significativos y mostrando menor discriminación categórica.
- Teoría de la Empatía-Sistematización: Desarrollada por Simon Baron-Cohen, señala las dificultades en la comunicación y la creación de relaciones, contrastando con una habilidad para sistematizar (analizar o construir sistemas).
Estas teorías, aunque ofrecen valiosas perspectivas, no siempre explican la totalidad de las características del autismo, y en algunos casos, los déficits que proponen también se observan en otros grupos clínicos.
La Propuesta de Peter Hobson: Un Déficit Afectivo Primario
En contraste con las teorías puramente cognitivas, R. Peter Hobson ha propuesto una perspectiva que sitúa el origen de las dificultades en el autismo en un ámbito diferente. Su teoría, conocida como la teoría del déficit afectivo-social, sostiene que los déficits cognitivos y sociales observados en el autismo son de naturaleza afectiva. Hobson argumenta que la incapacidad para establecer relaciones socio-emocionales es innata desde el nacimiento.
Según Hobson, la ausencia de una teoría de la mente en el autismo no es la causa primaria, sino el resultado de un déficit más fundamental: un déficit emocional primario en la relación interpersonal. Para él, el problema no radica en la incapacidad para acceder a las metarepresentaciones, que considera una consecuencia importante pero secundaria. Esta concepción sugiere que en el autismo existen dificultades con el procesamiento de estímulos afectivos.
Hobson defiende que la capacidad natural para establecer relaciones socio-emocionales en el desarrollo típico proviene de la habilidad del niño para percibir las emociones expresadas por sus cuidadores. En el caso del niño con TEA, esta habilidad innata para conocer y responder a las emociones de los demás está alterada, lo que, según él, explica la incapacidad para desarrollar el juego simbólico e inferir el pensamiento de los demás. Su trabajo «Autism and the Development of Mind» profundiza en cómo el fenómeno del autismo puede arrojar luz sobre cuestiones centrales en el desarrollo normal, como los orígenes emocionales de la experiencia y comprensión social, la contribución de las relaciones interpersonales a la génesis del simbolismo y el pensamiento creativo, y el papel de la intersubjetividad en el desarrollo del yo. Hobson critica el sesgo individualista y cognitivo de gran parte de la psicología del desarrollo actual, argumentando que el desarrollo humano temprano se basa en la capacidad normal del bebé para distintas formas de relación «Yo-Tú» y «Yo-Ello».
Del Vínculo Emocional a la Comprensión Mental
La posición de Hobson, que tiene similitudes importantes con la explicación original de Kanner, postula que la ausencia de participación en la experiencia social intersubjetiva que presentan los niños con autismo conduce a dos consecuencias principales:
- Un fallo relativo para reconocer a las personas como tales, con sus propios sentimientos, pensamientos, deseos e intenciones.
- Una dificultad severa en la capacidad para «abstraer», sentir y pensar simbólicamente.
Así, las secuelas cognitivas de esta «teoría afectiva» son similares a las descritas en las teorías con déficit en la metarepresentación, pero su origen se sitúa en la esfera afectiva y relacional. La hipótesis de Hobson, basada en la idea de que las personas con autismo tienen una falta relativa de esta forma de conexión intersubjetiva, fue respaldada por un estudio que encontró que los niños y adolescentes con autismo obtenían puntuaciones más bajas en índices de identificación (engagement emocional, compartir experiencia en atención conjunta, comunicación de estilo y cambio de rol comunicativo) en tareas de comunicación específicas.
Hobson insiste en que para comprender el autismo no basta con conocer las experiencias sociales alteradas (o su falta), sino que es fundamental tener en cuenta lo que ocurre entre el niño y los demás, centrándose en la experiencia que el niño tiene a través de otras personas. La relación que el niño establece en el desarrollo normal con las relaciones que otras personas tienen con el mundo es el fundamento para percibir a los demás como individuos con orientaciones subjetivas propias, desarrollar el sentimiento de uno mismo y de los otros, elaborar conceptos mentalistas sofisticados, y desarrollar la capacidad de autorreflexión y ciertos aspectos de la función ejecutiva y el funcionamiento simbólico que contribuyen a la creatividad humana.
Evidencia Empírica y Respaldo Neurobiológico
La teoría de Hobson cuenta con un amplio conjunto de resultados empíricos a su favor. Los trabajos clásicos sobre las habilidades de atención conjunta, y las líneas de investigación posteriores, son congruentes con su posición. Además, avances recientes en la investigación neurobiológica proporcionan apoyo adicional. Por ejemplo, el papel de las denominadas «neuronas espejo» en el desarrollo de la imitación, o un conocimiento más exhaustivo de los sustratos neurales de las habilidades de atención conjunta, respaldan la propuesta de Hobson.
Otro estudio indicó que las personas con autismo tienden a dar menos importancia a las claves sociales que a las físicas. Por ejemplo, al seleccionar fotografías de rostros, era más probable que se basaran en elementos físicos como el sombrero, en lugar del sexo o la expresión facial, como hacían otros grupos. Ante historias ilustradas con situaciones sociales difíciles, las personas con TEA se centraban más en la clave física anómala que en el contexto social. De manera similar, al ver videos con escenas emocionales, los adultos con TEA tendían a concentrarse en estímulos no sociales, mientras que los de desarrollo típico se fijaban más en los ojos o la boca de los personajes. Estas investigaciones refuerzan la idea de una diferencia en la forma en que las personas con autismo procesan la información social y afectiva.
Más Allá de la Teoría: Intervención y Apoyo
Independientemente de la teoría explicativa, la dificultad en la comprensión y expresión de emociones y la interacción social en el autismo subraya la necesidad de intervención y apoyo. Se ha demostrado que es posible enseñar a las personas con autismo, incluso aquellas con buen funcionamiento cognitivo, a comprender estados mentales, habilidades de conocimiento social y resolución de problemas sociales, y mejorar su interacción social. Para lograrlo, es fundamental centrarse en actividades concretas, utilizar materiales específicos y favorecer la generalización de lo aprendido.
Los programas específicos de cognición social, apoyados en fundamentos teóricos, son cruciales para formar a las personas con autismo en la expresión de emociones cognitivas. La intervención educativa es considerada hoy por hoy la más eficaz en este trastorno, y la unión de esfuerzos entre el aula y la familia es fundamental para el progreso del niño. Los resultados pueden no ser inmediatos, pero con paciencia y esfuerzo, los progresos pueden ser sorprendentes.
El Papel de las Tecnologías de la Información y la Comunicación
En la sociedad actual, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) son un recurso potente para las personas con TEA en diversos ámbitos, incluyendo la educación y el desarrollo de la comunicación. Las TICs permiten acercarse al mundo del autista, desarrollando habilidades que no serían posibles sin la interacción sujeto-medio tecnológico. Permiten a los no autistas acercarse a su mundo para comprender mejor sus estados mentales y, al mismo tiempo, intentar alejar a la persona con autismo de su «mundo de soledad».
Existen en el mercado software y materiales específicos que favorecen la comprensión de emociones y creencias, así como la interacción con otros. Las TICs son imprescindibles y ofrecen mayores posibilidades en el campo de la educación y la comunicación para personas con TEA. La realidad virtual, en particular, permite incrementar las posibilidades de las TICs convencionales, ofreciendo beneficios como la reducción de distractores (aumento de la atención), investigación sobre coordinación de movimientos, realización de tareas para trastornos de comunicación, desarrollo de la imaginación, y medición de la carga mental. La posibilidad de emular interacciones sociales y el valor simbólico de los objetos en realidad virtual está siendo objeto de estudio. Aplicaciones como «Cara Expresiva» son ejemplos de recursos tecnológicos utilizados en la intervención. El uso de TICs facilita la «llave» apropiada para que, en la medida de lo posible, se produzca la emoción en estos individuos, mejorando su desarrollo personal y social.
Conclusión: La Relevancia Continua del Enfoque de Hobson
La teoría de Peter Hobson ofrece una perspectiva valiosa y necesaria para comprender el autismo, situando las dificultades en la comprensión social y cognitiva en un déficit primario de origen afectivo y relacional. Su enfoque invita a ir más allá de una visión puramente cognitiva y a considerar la profunda interconexión entre las emociones, las relaciones interpersonales y el desarrollo mental.
Aunque el debate sobre las causas fundamentales del autismo y la naturaleza exacta de los déficits en la teoría de la mente continúa, la propuesta de Hobson, respaldada por evidencia empírica y neurobiológica, subraya la importancia crucial del vínculo emocional y la experiencia intersubjetiva en el desarrollo humano. Comprender estas complejidades es vital para desarrollar intervenciones más efectivas que aborden no solo las habilidades cognitivas, sino también los cimientos emocionales y relacionales, ayudando a las personas con autismo a navegar y conectar con el mundo que les rodea. La labor de facilitar la comprensión de las emociones y el proceso comunicativo, utilizando todos los medios disponibles, incluyendo la tecnología, sigue siendo una prioridad para mejorar la integración social y el bienestar de las personas con TEA.