¿Existe relación entre el autismo y los problemas de alimentación?

Dentro del espectro del Trastorno del Espectro Autista (TEA), las particularidades en el procesamiento sensorial son una característica significativa que moldea la experiencia del mundo de quienes lo presentan. Esta singularidad sensorial a menudo se entrelaza de manera compleja con los hábitos alimenticios, generando una prevalencia notable de desafíos en la alimentación entre niños y adultos con autismo. Explorar esta relación es crucial para comprender las necesidades específicas de esta población y para desarrollar estrategias de apoyo efectivas.

Sensibilidad sensorial y selectividad alimentaria

Una característica central del TEA es la presencia de un procesamiento sensorial atípico. Esto puede manifestarse como hipersensibilidad, una respuesta exagerada a estímulos sensoriales, o hiposensibilidad, una respuesta disminuida a dichos estímulos. En el contexto de la alimentación, estas sensibilidades pueden influir profundamente en la aceptación de diferentes alimentos.

Para un niño con hipersensibilidad, la textura de ciertos alimentos puede resultar aversiva, el sabor puede ser demasiado intenso, el olor puede generar náuseas o incluso la apariencia visual puede ser desagradable. Por ejemplo, un niño con hipersensibilidad táctil podría rechazar alimentos con texturas grumosas o pegajosas, mientras que la hipersensibilidad gustativa podría llevar al rechazo de sabores agridulces o amargos. Del mismo modo, la hipersensibilidad olfativa puede hacer que olores sutiles sean percibidos como fuertes e intolerables, afectando la disposición a probar nuevos alimentos.

En contraste, un niño con hiposensibilidad podría buscar estímulos sensoriales intensos a través de la comida, prefiriendo sabores muy fuertes o texturas crujientes. Esta búsqueda sensorial también podría manifestarse en una fascinación por la exploración oral de objetos no comestibles.

Además de las sensibilidades específicas, la neofobia, o miedo a los alimentos nuevos, es un fenómeno común en niños con autismo. Esta reticencia a probar alimentos desconocidos, combinada con las sensibilidades sensoriales, puede conducir a patrones de alimentación selectiva significativos, donde la dieta se limita a un rango muy estrecho de alimentos aceptados. Esta selectividad no suele estar relacionada con preferencias de sabor típicas, sino más bien con la evitación de ciertas características sensoriales.

Problemas nutricionales derivados de la alimentación selectiva

La consecuencia directa de una alimentación selectiva y restringida es el riesgo de problemas nutricionales. Una dieta limitada puede no proporcionar la variedad de vitaminas, minerales y macronutrientes esenciales para un desarrollo y una salud óptimos. Estudios han señalado que niños con TEA son más propensos a presentar sobrepeso u obesidad, así como bajo peso, en comparación con la población general. Estos extremos pueden ser resultado de hábitos alimenticios inusuales y de la limitación en la variedad de alimentos consumidos.

Investigaciones preliminares sugieren que niveles bajos de ciertos nutrientes, como el folato, la vitamina B-6 y la vitamina B-12, podrían incluso ser biomarcadores tempranos asociados a los trastornos del espectro autista. Aunque los resultados no son siempre consistentes, existe un interés creciente en comprender el estado nutricional y las necesidades específicas de las personas con TEA. La comunidad científica enfatiza la necesidad de mayor investigación en este ámbito para poder desarrollar estrategias nutricionales efectivas que promuevan una vida más sana para las personas con autismo. Es importante destacar que la mayoría de la investigación se ha centrado en niños, por lo que se subraya la necesidad de estudiar también las necesidades nutricionales de adolescentes y adultos con TEA.

Desórdenes alimenticios como un área de interés profesional

Los desórdenes de alimentación en niños con autismo representan una preocupación frecuente para los profesionales que trabajan con esta población. Los padres a menudo buscan orientación y estrategias para abordar la selectividad alimentaria de sus hijos. Sin embargo, es crucial reconocer que cada niño con autismo es único, y sus dificultades alimentarias pueden variar ampliamente dentro del espectro. Por lo tanto, no existe una solución única, y el abordaje debe ser individualizado [25, previous response].

Posibles causas subyacentes de los problemas de alimentación en el autismo

Además de las diferencias en el procesamiento sensorial, existen otras posibles causas subyacentes para los problemas de alimentación en el autismo. Se han observado alteraciones en áreas cerebrales que coordinan el aprendizaje y la conducta en personas con autismo, lo que podría influir en su relación con la comida. Desde una perspectiva más amplia, se ha sugerido que el niño con autismo puede crear una «armadura» para protegerse de un mundo de estímulos que le resulta intolerable, intrusivo y hostil, y esta respuesta podría extenderse a la evitación de ciertos alimentos.

Intervenciones y apoyos

Abordar los problemas de alimentación en niños con autismo requiere un enfoque comprensivo e individualizado. Es fundamental consultar con profesionales que tengan experiencia en trabajar con niños con autismo y sus desafíos alimentarios. La terapia ocupacional con un enfoque en la integración sensorial puede ser de gran utilidad para ayudar al niño a procesar e integrar la información sensorial relacionada con la alimentación de manera más efectiva [previous response, 71]. Adaptaciones ambientales durante las comidas, la presentación gradual de nuevos alimentos y la creación de rutinas predecibles pueden también ser estrategias valiosas.

Conclusión

La relación entre el autismo y los problemas de alimentación es innegable y está profundamente arraigada en las particularidades del procesamiento sensorial que caracterizan al TEA. La selectividad alimentaria, impulsada por hipo o hipersensibilidades sensoriales, puede conducir a deficiencias nutricionales con implicaciones importantes para la salud y el desarrollo. Comprender esta compleja interacción y buscar el apoyo de profesionales especializados es fundamental para desarrollar estrategias individualizadas que permitan a los niños y adultos con autismo disfrutar de una alimentación más variada y nutritiva, mejorando así su calidad de vida.