Signos clínicos en el autismo temprano

Los signos clínicos en el autismo temprano se pueden obtner gracias a los indicadores comportamentales y biológicos de este trastorno. En esta ocasión solamente hablare acerca de los indicadores comportamentales.

En la actualidad la ciencia ha brindando un gran avance en el conocimiento de signos precoces del trastorno, todo este material ha sido obtenido gracias a la realización de análisis retrospectivos de cuestionarios aplicados a padres, a grabaciones en vídeo de niños que posteriormente recibieron un diagnóstico de TEA y, últimamente, gracias a las aportaciones de estudios prospectivos de cribado, donde destacan los de seguimiento de poblaciones de alto riesgo, como son los hermanos menores de niños con TEA.

Signos clínicos en el autismo

Los hallazgos de todos esos estudios en su conjunto sugieren que las alteraciones en la comunicación y en la conducta social están presentes desde el final del primer año de vida, siendo predictivas del diagnóstico de TEA posterior.

Los estudios retrospectivos tienen algunas limitaciones metodológicas, porque, aunque en general los padres pueden proporcionar algunas descripciones relevantes sobre retrasos en el desarrollo y déficits específicos en sus hijos, estos estudios están inevitablemente sujetos al sesgo del recuerdo. Los datos de los vídeos caseros superan este problema, pero también tienen dificultades metodológicas por la variabilidad en los contextos donde se obtuvieron las grabaciones y por la falta de control experimental. A no ser que se usen grupos de control, lo que por lo general no se hace en estudios con padres, estos estudios pueden tener dificultades para aclarar si las diferencias que detectan en el desarrollo comunicativo y social tempranos se deben a un retraso en el desarrollo, a escasa frecuencia, a verdaderos déficits o a desviaciones evolutivas en el desarrollo normal en habilidades comunicativas como, por ejemplo, la atención conjunta.

Aun así, los estudios retrospectivos han aportado información valiosa, de utilidad para la detección precoz. Los cuestionarios cumplimentados por padres hallan consistentemente evidencia de que los niños con autismo, cuando eran pequeños y aún no habían recibido el diagnóstico, tenían escaso contacto visual, falta de orientación al nombre, déficit en atención conjunta y poca interacción social. De estos estudios se deriva la conclusión de que el comportamiento social atípico puede ser el mejor indicador temprano para diferenciar a niños con TEA de niños con desarrollo normal o con retraso en el desarrollo, aunque las diferencias respecto a niños con retraso se observan a una edad más avanzada  y otros, encuentran que los principales comportamientos para diferenciar niños con TEA respecto a otros grupos son: ignorar a otros, preferir estar solos, interacción social escasa, ausencia de contacto visual, falta de comunicación oral, falta de expresiones faciales apropiadas, ausencia de sonrisa social, y escaso uso de gestos y dificultades en atención conjunta.

Actualmente tambien existen pocas evidencia de indicadores fiables previos al primer año para el diagnóstico de TEA, pero que a partir de los 12 meses los grupos de TEA y no TEA difieren en varios indicadores del comportamiento comunicativo y social, y más específicamente en los trabajos que se han centrado en factores predictivos concretos, como la atención conjunta o el lenguaje, donde se constata así que los niños diagnosticados posteriormente con autismo muestran diferencias en estas medidas a los 12, 18 y 24 meses. Sin embargo, la mayoría de los estudios con hermanos, aun aportando sugerencias e indicadores de riesgo muy valiosos para el desarrollo de sistemas de cribado, han sido diseñados para comparar los grupos en base al riesgo y no al diagnóstico final. Por tanto, si el objetivo es mejorar el conocimiento de signos tempranos de los TEA para utilizarlos en un programa de detección precoz, el diagnóstico es fundamental. En segundo lugar, las muestras de alto riesgo son únicas y no son propiamente una muestra prospectiva. Los niños que han crecido en un entorno donde hay niños que ya están afectados por un TEA pueden tener síntomas diferentes en comparación con los niños con TEA que no han vivido ni se han criado en ese ambiente.

Referencia: Marín, Francisco Alcantud. “Trastornos del espectro autista Detección, diagnóstico e intervención temprana” © Primera edición electrónica publicada por Ediciones Pirámide (Grupo Anaya, S. A.). 2013. Pág. 64