En el año 1,917 Freud publicó un artículo acerca de la depresión al que llamó “Luto y melancolía”. En la misma, Freud señalaba que existía una similitud entre los síntomas de la depresión clínica y los síntomas de las personas que están de luto por la pérdida de un ser amado.
En aquel entonces Freud contaba con Karl Abraham como colaborador y ambos propusieron la hipótesis de que cuando muere una persona amada, su compañero regresa a la oral del desarrollo (una etapa en la que el niño todavía no es capaz de distinguir a los demás de sí mismo), e incorpora a la persona perdida, por lo que experimenta los mismos sentimientos hacia sí mismo y hacia esa persona. Tales sentimientos incluyen también la ira y la hostilidad, ya que Freud creía que inconscientemente mantenemos sentimientos negativos hacia las personas que amamos, debido en parte al poder que tienen sobre nosotros. Esto es lo que llevó a las teorías psicodinámicas a proponer la hipótesis de que en realidad la depresión es la ira dirigida hacia nuestro interior. Freud supuso que la depresión también podría aparecer como respuesta a pérdidas imaginarias o simbólicas. Por ejemplo, un estudiante que fracasa en sus estudios, o una persona que rompe una relación íntima, puede experimentar esas dificultades de manera simbólica como si fuera la pérdida del amor de sus padres.
Acerca de la depresión
Asi entonces, la principal diferencia que Freud encontraba entre el luto y la depresión es que las personas deprimidas manifiestan una autoestima más baja y también son más críticas consigo mismas. Supuso que la persona que está predispuesta a la depresión debe haber experimentado la pérdida de una madre, o que quizá sus padres no fueron capaces de satisfacer sus necesidades infantiles de amor y cuidados. En cualquier caso, ese niño habría crecido sintiéndose indigno del amor, con baja autoestima y con tendencia a sentir depresión cada vez que se enfrentase con pérdidas reales o simbólicas.
Otros teóricos psicodinámicos posteriores como Klein en el año 1934 y Jacobson en 1971 destacaron todavía más que Freud la importancia de la calidad y de las primeras relaciones entre la madre y el hijo, para que se establezca una vulnerabilidad (o invulnerabilidad) ante la depresión.
Por otro lado, John Bowlby en 1973 que comenzó su carrera como psicoanalista, aunque más tarde desarrolló su teoría del apego, también ha documentado extensamente la necesidad que tienen los niños de establecer un apego seguro con sus padres, para poder resistir posteriormente la depresión (y la ansiedad).
Quizá la contribución más importante de las aproximaciones psicodinámicas a la depresión haya sido destacar la importancia de la pérdida (ya sea real o simbólica o imaginada), para la aparición de la depresión, así como la gran similitud entre los síntomas del luto y de la depresión. Incluso los teóricos que no están de acuerdo con las teorías psicodinámicas reconocen la necesidad de explicar tales observaciones.
Referencia: James N. Butcher; Susan Mineka; Jill M. Hooley. “Psicología clínica” 12.a edición. Editorial Pearson Educación, S.A., Madrid, 2007. Pag. 231