4 tipos de duelo que pueden volverse obsesivos

Uno de los momentos más difíciles que puede pasar toda persona es un duelo. El duelo prácticamente se vuelve una pérdida irreparable, pero el verdadero problema se enfrenta cuando el duelo se transforma en un peso que no permite alzar el vuelo, convirtiéndose así en una carga para la persona.

Todos en algún momento de la vida hemos sufrido una o varias perdidas. Entre los tipos de perdida se pueden mencionar:

  • La muerte de un amigo
  • La culminación de una relación sentimental
  • Un divorcio
  • La muerte de un hijo
  • Muerte de un familiar
  • Cambio de trabajo y/o colegio.

Una perdida significa que una parte de nosotros también se va con el otro. Esto porque se han compartido ilusiones, confianza, amistad, amor, palabras, emociones, sentimientos y vínculos afectivos que nos hacen sentir que el duelo es perder una parte de nosotros mismos.

Etimológicamente el duelo significa duellum o combate, dolus–dolor. La parte que sorprende es duellum que representa un combate.

Partiendo de esta etimología el duelo se vuelve en un combate interno dentro de la persona que ha sufrido la pérdida. El combate interno son de dos partes: la primera de ellas son los sentimientos que luchan por aceptar el duelo y la segunda parte es aquella parte que NO permite aceptar el duelo. Niega rotundamente la perdida.

El duelo es un proceso normal que se desarrolla tras una pérdida y es necesario que lo vivamos y lo superemos. Sin embargo, existen diferentes tipos de duelos que pueden volverse obsesivos. A continuación cuatro de ellos:

  1. El duelo patológico

En el duelo patológico, la pérdida no se acepta y se recurre a distintos mecanismos para eludirla. Los dos tipos básicos de duelo patológico son la negación del duelo, es decir, aquí no ha pasado nada, nada ha cambiado, y la intensificación del duelo.

  1. Negación del duelo

Este tipo de duelo lo experimenta la persona que sufre una pérdida y no logra expresar la emoción que le ha causado. En general, los hombres suelen ser más propensos a guardar este tipo de duelos. Ante un duelo, los hombres tienden a reprimirse, aguantarse, no llorar, no expresar. Aun así, al manifestar estas características viven el proceso de duelo de negación.

  1. Duelo intensificado

Este tipo de duelo se manifiesta cuando la persona no reprime la emoción que está sintiendo sino que la suelta toda. Llora, grita, siente rabia, angustia, dolor, culpa…

Aquí la sintomatología es opuesta a la de la negación del duelo. La intensificación del duelo lleva a la depresión y muchas veces a ciertas alteraciones de tipo emocional.

Frente a la pérdida, la persona reacciona expresando sus emociones de forma descontrolada. Según Freud, la melancolía es la manifestación del duelo patológico y entre los síntomas más comunes de esta psicopatología están: el insomnio, la anorexia, la culpa, autorreproches intensos, ideas suicidas, aislamiento, entre otros.

  1. Duelo ambiguo

Este tipo de duelo se da cuando no se sabe si la persona ha muerto o no. Este puede ser el caso de una persona desaparecida, de una persona secuestrada, de un marido que se fue y no ha vuelto, de un padre que sigue vivo pero cuyo hijo no sabe dónde, y el caso de un chico que sabe que fue adoptado pero ignora dónde están sus padres biológicos.

A este tipo de duelo también se lo conoce como “duelo congelado”, es decir, la persona siente alegría, pero a la vez dolor por no poder cerrar o entender una determinada etapa de su vida.

John Bowlby, en su libro La pérdida afectiva, sostiene que el duelo patológico posee las siguientes características:

  • Anhelo inconsciente de la persona perdida
  • Reproche inconsciente contra la persona perdida con autorreproches conscientes e inconscientes
  • Cuidado compulsivo de otras personas
  • Persistente incredulidad de que la pérdida sea permanente

En cualquier etapa de duelo que se viva es necesario aprender que el dolor no es un estado, sino un proceso y que se necesita tiempo para poder vivir ese dolor ya que vivir el duelo es inevitable pero pasar la vida en el, es opcional.

Referencia: Stamateas, Bernardo “emociones tóxicas” 1.ª edición. Ediciones B, S.A. Barcelona, España. 2012. Pág. 149