Duelo y Soledad

Sinopsis:

La soledad es una situación de cambio que relativamente es una distancia interior que percibe una persona en relación a los otros, es una experiencia subjetiva, puede ocurrir incluso si se está rodeado de personas.

Es un permanente estado de malestar emocional, que aparece cuando una persona se siente rechazada por otros o carece de compañeros para realizar actividades que le provean de integración social y le permitan intimar emocionalmente.
La soledad: 
Es el resultado de deficiencias en las relaciones sociales que representa una experiencia subjetiva (que no necesariamente es sinónimo de aislamiento social, ya que uno puede estar solo sin sentirse solitario o sentirse solo cuando uno está en grupo). Lo peor de la soledad es cuando no se cuenta con la ayuda de alguien más, para afrontar ese momento.

He tenido la experiencia de ver a mujeres que han tenido que encarar solas la muerte de un hijo, mujeres que han tenido que encarar la muerte de un esposo.
Una madre decía que su hijo mayor murió a los 32 años “por decisión propia” (se suicidó). Después de dieciocho años ella podía decirlo con paz en su corazón.
De hecho nadie está preparado para ver morir a un hijo, y por eso el dolor que esa situación genera es uno de los más difíciles de superar, aunque no imposible. A veces creemos que estamos preparados para afrontar cualquier situación, sin embargo nadie está preparado para ver morir a un hijo.

Por lo general, los hijos son los que ven morir a los padres, sin embargo cuando la situación cambia y es el padre quien vé morir al hijo, genera más dolor. Perder un trabajo, una pareja o nuestros padres, ninguna pérdida es tan desgarradora como ésta.
Ni siquiera existe una palabra equivalente a viudo o huérfano para nombrar a los que penan un hijo muerto. De hecho la muerte de un hijo es el dolor con que se miden todos los dolores, no existe dolor más grande que ver morir a un hijo. La muerte de un hijo duele de igual manera, no importa su edad. Cuando se trata de un bebé o un niño pequeño, la tristeza es también por todos los acontecimientos que no pudieron vivir y disfrutar juntos.

Desarrollo: 
El Corazón de los Padres 

Un hijo es un proyecto común de la pareja, si este proyecto se aplasta con él aplastara las esperanzas de la pareja.
Para muchos padres la pérdida del proyecto en su hijo genera un dolor tan desgarrador que, en una primera instancia, los padres creen no poder superarlo nunca. Por lo que desde el punto de vista terapéutico lo que se debe de realizar es encontrarle un nuevo sentido para seguir viviendo.

Cuando un padre vé la muerte de un hijo se genera una crisis que genera controversia en su YO creando personas egoístas, cerradas, de mal humor, porque esta es la única manera de ”esconder” el dolor que dejo la muerte del hijo.

Para que una persona pueda atravesar y elaborar profundamente el duelo por un hijo es necesario que rompa con esquemas previos de lo que cree que es la vida, de lo que cree de sí mismo, de lo verdaderamente importante y de lo superficial. La muerte de un hijo conecta al padre con el misterio de lo desconocido, con un abismo muy profundo del cual sale si se permite atravesarlo fortalecido, con muchísimos recursos nuevos, con una nueva forma de ver el mundo, con una sensibilidad y una humildad como pocos, con una integridad muy sólida. Es lo que en psicología se llama resiliencia.

Etapas para afrontar el Duelo 
1. Negación: Frente al impacto de la noticia, la persona reacciona negándola.
2. Ira: Luego de que toma conciencia de la situación, reacciona con rabia y resentimiento contra todos.
3. Tristeza: Causa una profunda tristeza que hace llorar desconsoladamente.
4. Aceptación: Es la última etapa, en la cual la persona, a pesar de su dolor, puede comenzar a aceptar que la pérdida es irreversible.

Estos cuatro aspectos considero son los principales que se generan luego de un duelo y que por lo regular son actitudes que los padres adquieren luego de ver morir a un hijo. Lo más importante es afrontar la situación y atravesar esta dimensión del duelo para salir de la tristeza, la soledad, el dolor y el duelo.