El famoso caso Phineas Gage: cuando una lesión cerebral cambió la personalidad

La historia de Phineas Gage resuena profundamente en los anales de la neurociencia y la psicología, un relato escalofriante que, paradójicamente, iluminó las intrincadas conexiones entre el cerebro y la esencia de quiénes somos. En el siglo XIX, un devastador accidente transformó a un eficiente capataz de ferrocarril en un hombre con una personalidad completamente distinta, ofreciendo una de las primeras evidencias concretas de que las lesiones cerebrales pueden alterar aspectos fundamentales del comportamiento humano, las emociones y la capacidad de desenvolverse en la sociedad. Este caso paradigmático no solo desafió las concepciones médicas de la época, sino que sentó las bases para el desarrollo de la neuropsicología, impulsando la investigación sobre la localización de las funciones cerebrales y su impacto en la conducta.

El fatídico accidente que lo cambió todo

Corría el 13 de septiembre de 1848 en Cavendish, Vermont, cuando la vida de Phineas Gage, un joven de 25 años, atlético y considerado un líder competente y confiable, dio un giro inesperado. Gage trabajaba como capataz en la construcción de una línea de ferrocarril, una labor que en aquel entonces implicaba la peligrosa tarea de perforar rocas con explosivos. Su trabajo consistía en introducir pólvora en las perforaciones, cubrirla con arena y compactarla utilizando una barra de hierro de aproximadamente un metro de largo y más de tres centímetros de diámetro.

En un descuido, posiblemente al olvidar colocar la capa de arena, el roce de la barra de hierro contra la roca generó una chispa que detonó la pólvora. La explosión resultante proyectó la barra de hierro a través del rostro de Gage, penetrando por su mejilla izquierda, atravesando la base del cráneo y el lóbulo frontal de su cerebro, para finalmente salir disparada por la parte superior de su cabeza, aterrizando varios metros detrás.

Una supervivencia asombrosa y las primeras observaciones médicas

Milagrosamente, Gage no perdió la conciencia inmediatamente. Testigos presenciales relataron que pudo hablar y caminar con ayuda poco después del terrible suceso. El Dr. Edward H. Williams, el primer médico en llegar a la escena, quedó atónito al encontrar a Gage sentado y hablando coherentemente, a pesar de la severidad de su herida y la exposición de su cerebro.

Posteriormente, el Dr. John Martyn Harlow, el médico del pueblo, asumió el cuidado de Gage, documentando meticulosamente cada etapa de su recuperación. Aunque la recuperación física de Gage fue notable, superando las expectativas médicas de la época, pronto se hizo evidente que algo fundamental en él había cambiado.

El drástico cambio de personalidad: «Gage ya no era Gage»

Antes del accidente, Phineas Gage era descrito como un hombre eficiente, responsable, amable, conciliador y muy apreciado por su competencia y astucia como capataz. Sin embargo, tras la lesión cerebral, su personalidad experimentó una transformación radical que desconcertó a quienes lo conocían.

El Dr. Harlow describió cómo Gage se volvió irregular, irreverente y, en ocasiones, blasfemo. Su comportamiento se tornó impaciente, caprichoso y vacilante. Manifestaba poca deferencia hacia sus compañeros, mostrando incapacidad para contenerse cuando sus deseos se veían frustrados. Quienes lo conocían afirmaban con asombro y tristeza: «Gage ya no era Gage».

Se volvió suspicaz, irritable y propenso a peleas con sus compañeros, lo que le impidió mantener un empleo estable. Aunque continuamente ideaba planes para el futuro, los abandonaba rápidamente antes de llevarlos a cabo. El equilibrio entre sus facultades intelectuales y sus instintos animales parecía haberse destruido. Se observó que había perdido la capacidad de juzgar los efectos de sus acciones en la vida de los demás, lo que afectó profundamente sus relaciones sociales.

Implicaciones neurocientíficas: el lóbulo frontal y la personalidad

El caso de Phineas Gage se convirtió en un hito crucial para la neurociencia, ya que proporcionó una de las primeras evidencias empíricas de que lesiones en áreas específicas del cerebro podían tener un impacto directo y significativo en la personalidad, el comportamiento social y la toma de decisiones. Antes de este caso, se consideraba que los lóbulos frontales tenían poca o ninguna función específica en el comportamiento humano.

La lesión de Gage afectó principalmente la región ventromedial de la corteza prefrontal. Esta área se considera fundamental para las funciones ejecutivas, que incluyen la planificación, la organización, el control de impulsos, la regulación emocional, la toma de decisiones y la cognición social. Los cambios en el comportamiento de Gage, característicos del síndrome disejecutivo o frontal, como la impulsividad, la falta de autocontrol y las dificultades en la planificación, reforzaron la teoría de que diferentes áreas cerebrales son responsables de diferentes aspectos de la conducta.

Legado y reinterpretaciones del caso Gage

Tras el accidente, Gage llevó una vida errática, trabajando en diversas ocupaciones e incluso exhibiéndose en un museo junto con la barra de hierro que le causó la lesión. Falleció doce años después del accidente, en 1860, a causa de crisis epilépticas.

En 1867, su cráneo y la barra de hierro fueron exhumados y entregados al Dr. Harlow, conservándose actualmente en el Museo de Medicina de la Universidad de Harvard. El cráneo de Gage se ha convertido en objeto de numerosos estudios a lo largo de los años, incluyendo reconstrucciones tridimensionales mediante tomografía computarizada que han permitido a los investigadores refinar la comprensión de las áreas cerebrales afectadas.

El caso de Phineas Gage trascendió su época, influyendo en el desarrollo de la neuropsicología cognitiva y la neurociencia afectiva. Su historia sigue siendo un ejemplo paradigmático en la enseñanza y la investigación, ilustrando la compleja relación entre el cerebro, la personalidad y la conducta social. Aunque persisten algunos debates y controversias en torno a la interpretación precisa de los cambios en su personalidad y las áreas específicas dañadas, el caso de Phineas Gage continúa siendo una fuente invaluable de conocimiento sobre el funcionamiento del cerebro humano y el impacto de las lesiones cerebrales en la esencia de lo que nos hace ser quienes somos. Su historia nos recuerda la fragilidad y la complejidad de la mente, y la profunda conexión entre nuestra biología cerebral y nuestra identidad personal.