Sugerencias al visitar un consultorio

Los secretos más preciosos y los más vergonzantes, los innombrables, los escandalosos, los humillantes, los exaltantes, los curiosos, los importantes, los inmorales y las fantasías sexuales más raras,  todo tienen un lugar reservado en un consultorio.

El consultorio es un espacio en el que el paciente puede decir todo lo que desee y crear un mundo de fantasía si así lo desea. No existen límites, tiempo ni espacio, en el consultorio todo queda a deriva del paciente.

Pero un consultorio es también una clara proyección de quién y cómo es el terapeuta, ya que es él quien lo diseña y lo acomoda. Es allí donde el terapeuta pasa largas horas y, por lo tanto, al igual que una casa, habla sobre quien lo habita, recibiendo en forma transitoria a algunas personas.

Sugerencias al visitar un consultorio

La organización y distribución del consultorio dice todo lo que un consultante observador necesita saber con respecto a quien terminará sabiendo más sobre su vida que su propia madre, que su esposa(o) o que su mejor amiga(o). Creo que las siguientes sugerencias no solamente servirán para aquellos que han decidido ir a un consultorio, sino también a aquellos que tengan un consultorio.

Si un terapeuta pone un escritorio en medio del consultante y el, pretende mantener una distancia. El escritorio funciona como una especie de barrera que impide de manera inconsciente crear un ambiente de empatía entre el terapeuta y el paciente.

Si un terapeuta tiene repleta la pared de diplomas, títulos y/o logros obtenidos indudablemente pretende impresionar dando un mensaje de elevada competencia. Creo que con el título de psicólogo y/o terapeuta más dos diplomas más están bien. Se debe procurar no tratar de impresionar al paciente. Es importante mencionar que el paciente va a consulta porque necesita ser escuchado, NO IMPRESIONADO del terapeuta.

Si un terapeuta te explica que tu situación es muy seria y que es necesario que pagues cada consulta en efectivo y te explica que no puede darte una factura o un recibo de pago ten presente que estas ante un caso de evasión de impuestos. No importa de qué manera trate de convencerte el terapeuta, si no te da una factura o recibo de pago, es una evasión fiscal.

Aparte de ser una evasión fiscal es una muestra de la calidad profesional y humana del terapeuta. Un terapeuta que paga impuestos es un terapeuta digno de confianza.

Si eres un terapeuta, mira por un momento tu propio consultorio como si fueras un extraño y piensa en qué clase de persona es la que trabaja allí. Observa todo: los muebles, la luz, la música (si la hay), los tapetes, los cuadros… Ninguna fotografía podrá representar al terapeuta mejor que su consultorio.

Si llegas a un consultorio que no te gusta, es casi seguro que te gustará tampoco el terapeuta. En este caso, me parece mejor que busques otro consultorio y terapeuta en donde te sientas en confianza.

Si el consultorio huele a tabaco eso no significa necesariamente que el terapeuta sea un adicto. Tal vez solo significa que es suficientemente tolerante para admitir que algunos de sus consultantes fumen. Hoy en día, salvo si el terapeuta fuma, casi ninguno admite que sus consultantes lo hagan.

Si observa que la de su terapeuta es mejor que la del paciente, piensa por un momento que él o ella pasa muchas horas cada día, mientras que el paciente jamás pasa allí más de una hora al día, o a la semana. Sin embargo, si la diferencia es extrema, es mejor que se le pregunte al terapeuta a qué se debe semejante diferencia.

Referencia: Pérez Gómez, Augusto “Ser terapeuta. 30 años navegando en mundos ajenos” Manual Moderno. Bogotá. 2011. 306 p.