Personalidad, carácter y temperamento según Allport

Para Allport las diferentes definiciones que se dan de la personalidad no deben tratarse a la ligera. Antes de llegar a su descripción de personalidad, consultó y discutió cientos de proposiciones de varios autores en este campo. Finalmente, consolidó la siguiente: “Personalidad es la organización dinámica de los sistemas psicofísícos dentro del individuo, que determinan su ajuste único al medio.”

Ciertos aspectos de esta definición tienen un matiz especial. La frase organización dinámica le da importancia al hecho de que la personalidad está en continuo cambio y desarrollo, aunque al mismo tiempo exista una organización sistemática que reúne y comparte varios componentes de la personalidad; el término psicofísico le recuerda al lector que la personalidad no es exclusivamente mental o psicológica. La organización se refiere a aquella de ambos aspectos, cuerpo y mente, intrínsecamente fundidos en la personalidad del individuo. La inflexión determinante nos indica que la personalidad está encaminada hacia metas concluyen- tes que juegan un papel fundamental en la conducta del individuo.

Personalidad, carácter y temperamento según Allport

La personalidad es algo que envuelve concomitantes neurológicos o fisiológicos; así, la palabra único nos revela el profundo interés que Allport tuvo acerca de individualidad. Con la frase “su ajuste al medio”, Allport afirma su convicción de que la personalidad establece relaciones entre lo individual y su medio, tanto físico como psicológico, algunas veces con el predominio de éste y otras a la inversa.

Allport nos dice que el carácter constituye la personalidad evaluada y la personalidad es el carácter devaluado, sugiriéndonos con esto, que el carácter es un concepto ético. El temperamento y la personalidad también ofrecen diferencias. El temperamento se refiere a las disposiciones que están ligadas a determinantes biológicos o fisiológicos que, por consiguiente, muestran pocas modificaciones con el desarrollo. El papel de la herencia es naturalmente mayor aquí que en el caso de los otros aspectos de la personalidad. Allport define el temperamento al asentar que: (éste) se refiere a los fenómenos característicos de la naturaleza emocional de un individuo, incluyendo su susceptibilidad para la estimulación emocional, su intensidad y velocidad de respuesta habituales, la cualidad de su estado de ánimo predominante y todas las peculiaridades de la fluctuación e intensidad del mismo; considera que este fenómeno depende de la estructura constitucional y, por tanto, es de origen hereditario.

El rasgo es una tendencia determinante o una predisposición para responder. Allport lo define como “un sistema neuropsíquico (peculiar al individuo) generalizado y localizado, con la capacidad de convertir fun- ncionalmente muchos estímulos en equivalentes y de iniciar y guiar formas similares de conducta expresiva y adaptativa”

Es importante hacer ver en esta definición el interés que el autor tiene acerca de la individualidad y la tendencia, que implican que no están estrechamente vinculadas a un pequeño número de respuestas específicas o estímulos. La referencia a un sistema neuropsíquico nos muestra la respuesta afirmativa dada por Allport a la interrogante de si los rasgos están realmente ahí. Ha dicho nuestro autor que los rasgos son la realidad última de la organización psicológica, y en sus escritos asienta: “El rasgo tiene una existencia normal; es independiente del observador, está realmente ahí.”

Se hace necesario indicar lo que este concepto significa, y distinguirlo de otros relacionados al mismo. De hecho, el rasgo representa la forma de combinación o integración de dos o más hábitos. La distinción entre rasgo y actitud resulta más difícil.

Para Allport rasgo y actitud son ambos predisposiciones a la respuesta, y ambos deben ser únicos; tienen que ser iniciadores o guías de la conducta y forman el punto de unión de la tendencia de factores genéticos y de aprendizaje. Sin embargo, existe una diferencia entre ambos conceptos. La actitud está ligada a un objeto específico o a varias clases de objeto; no así el rasgo. Así, la generalidad de este último es casi siempre mayor que la de la actitud; de hecho, cuando el número de objetos a los que se refiere la actitud aumenta, se parece cada vez más a un rasgo. La actitud puede variar desde el punto de vista de su generalidad, de altamente específica a generalmente relativa, mientras que el rasgo debe ser siempre general. Además, la actitud por lo general implica evaluación (aceptación o rechazo) del objeto hacia el cual está dirigida, no así el rasgo. En resumen, Allport dice: “Actitud y rasgo son conceptos indispensables.” Ellos cubren, de hecho, todo tipo de disposición de la cual se ocupa la psicología de la personalidad. El concepto de actitud debería ser utilizado cuando la disposición está enlazada a un objeto de valor; es decir, cuando está dada por una clase de estímulos bien definida, y cuando el individuo siente hacia ellos atracción o repulsión.

Allport distingue entre rasgos y tipos, según la extensión con la que se apliquen al individuo. Un hombre puede poseer un rasgo, pero no un tipo. Los tipos son construcciones hipotéticas del observador, y el individuo puede ser enmarcado en éstos, pero perderá así su identidad distintiva. El rasgo puede representar la unicidad de la persona, mientras que el tipo debe englobarlo.