La vida sexual de Freud

Resulta paradójico que Freud, que insistía tanto en la importancia del sexo en la vida emocional, experimentara tantos conflictos sexuales personales. Su actitud hacia el sexo era negativa. Escribió sobre los peligros que entrañaba, incluso en el caso de personas que no fueran neuróticas, y les recomendaba sobreponerse a lo que llamaba una necesidad animal. Escribió que el acto sexual era degradante porque contaminaba la mente y el cuerpo. Al parecer, él abandonó su vida sexual a los 41 años y escribió a un amigo que “la excitación sexual no le sirve de nada a alguien como yo”.

La vida sexual de Freud

Durante su matrimonio había sido impotente ocasionalmente y a veces había optado por la abstención porque odiaba los condones y el coito interrumpido, que eran los dos métodos de control natal en su época.

Freud culpaba a su esposa Martha de que su vida sexual hubiera concluido y durante años tuvo sueños que involucraban su rencor contra ella por haberle obligado a abandonar el sexo. “Le molestaba que ella se embarazara con tanta facilidad, que se enfermara con frecuencia durante los embarazos y que se negara a otro tipo de actividad sexual. Por tanto, es posible que los periodos de impotencia de Freud también hayan tenido relación con el temor de que su esposa se volviera a embarazar.

Las frustraciones y los conflictos personales de Freud con el sexo surgían en forma de neurosis, tal como pensaba que los problemas sexuales afectaban a sus pacientes. Entre los 40 y 50 años de edad sufrió una severa crisis neurótica que, según su descripción, involucró “extraños estados mentales, ininteligibles para la conciencia: pensamientos nebulosos y dudas veladas, con esporádicos rayos de luz aquí y allá… Todavía no sé lo que me ha estado sucediendo”. Sufría además varios síntomas físicos, entre ellos migraña, problemas urinarios y colon espástico. Le preocupaba la muerte, temía estar enfermo del corazón, y los viajes y los espacios abiertos le provocaban ansiedad.

Freud se diagnóstico una neurosis de ansiedad y neurastenia (estado neurótico que se caracteriza por debilidad, preocupación y problemas digestivos y circulatorios), atribuyéndolo todo a una acumulación de la tensión sexual. En sus escritos propuso que, en los varones, la neurastenia era resultado de la masturbación y que la neurosis de ansiedad provenía de prácticas sexuales anormales como el coito interrumpido y la abstinencia. Al clasificar así sus síntomas, “su vida personal quedó enteramente involucrada en esta teoría particular, toda vez que con ayuda de ella estaba tratando de interpretar y de resolver sus problemas personales… La teoría de Freud sobre la neurosis real es, por tanto, una teoría de sus propios síntomas neuróticos”.

A pesar de sus conflictos personales con el sexo (o tal vez debido a ellos), le fascinaban las mujeres bellas. Un amigo advirtió que “entre los estudiantes [de Freud] había tantas mujeres atractivas que parecía que ello no era sólo cuestión de azar”.

Durante tres años Freud se psicoanalizó estudiando sus sueños. En ese periodo fue cuando realizó su trabajo más creativo para desarrollar la teoría de la personalidad. Al explorarlos, se dio cuenta por primera vez de la enorme hostilidad que sentía contra su padre. Recordó los deseos sexuales que sintió por su madre durante la niñez y soñó un deseo sexual por la mayor de sus hijas. Así, formuló gran parte de su teoría en torno a sus propios conflictos neuróticos y sus experiencias en la niñez, como se advierte en la interpretación de sus sueños. Como observó con enorme percepción:

Freud
“Mi paciente más importante fui precisamente yo”