Técnicas psicoterapéuticas para adolescentes

El papel del terapeuta en la psicoterapia de adolescentes implica algo más que solamente estar dispuesto a escuchar. Aunque existan Técnicas psicoterapéuticas creo que también es importante involucrarse pero no al punto de crear una contratransferencia, cuando digo “involucrarse “me refiero a confiar, a pedir, a mostrar y responder todo aquello que el adolescente pregunta.

Aparte de saber escuchar lo que los padres dicen del chico es importante escuchar lo que él dice de sí mismo. Ahora bien, luego de escuchar al adolescente es importante tratar de escuchar su voz interior, aquello que a nadie más diría. Para aprender a escuchar la voz interior de un adolescente se necesita de una serie de técnicas terapéuticas, por supuesto estos aplicados en el ámbito clínico.

Técnicas psicoterapéuticas para adolescentes

Al igual que trabajar con niños en mi experiencia he logrado observar que la técnica del dibujo suele ser muy eficiente. La técnica del dibujo tiene un modo abstracto en el que el adolescente puede expresar sus sentimientos. Por ejemplo:

“Sentí que el chico tenía vida, pero era un torbellino de cosas y se encerraba en un escudo o cueva, aunque de barrera fina, que lo inducía a la soledad de su mundo propio, que lo aislaba del resto. Al mismo tiempo extendía los brazos, ya fuera para salir o para apuntalar las paredes de su encierro”.

¿Cómo trabajar con un adolescente?

El papel del terapeuta debe hacer énfasis en lo que el adolescente quiere llevar de la sesión terapéutica. No se trata solamente de hablar, sino de crear un escenario en el que el chico sienta libertad para expresar sus sentimientos y emociones.

Por ejemplo, yo les doy estas consignas: —“Si tuvieses que dejar algo aquí que no quisieras llevarte contigo, como un modo de no cargar ya con ello ¿qué dejarías?”.

Cuando entro en sesión me siento hecho un lío, un caos, sin saber por dónde entrar ni salir, todo me da vueltas y lo veo todo negro, otras veces como el dibujo de la izquierda, rabioso. (Diego, 14 años).

¿Y cómo te sientes cuando sales de las sesiones?

Siento que todo cambia, como si todo lo tuviese más claro. Me siento más aliviado y más azul, ya no hay nada negro. (Cuando salgo de las sesiones. Diego, 14 años).

Es importante preguntarles cómo es que le fallaríamos nosotros como terapeutas. En realidad no siempre es lo que creemos, algunos ejemplos de los que he escuchado son los siguientes:

  • No contestando a mis llamadas perdidas del móvil.
  • No siendo honesta conmigo.
  • Si no me dijeras la verdad o me engañaras respecto a lo que piensas de mí.
  • Cansándote de mis historias.
  • No cumpliendo cosas que me hayas prometido.
  • Decirme cosas por decir, para que me sienta bien, pero que no son reales.
  • Tenerme pena.
  • No tener paciencia conmigo.
  • Cuando sienta que no confías en mí y no me lo dices.
  • Si te olvidaras una y otra vez de lo que te cuento, como veo que no apuntas nada…
  • Hiriendo mis sentimientos, aunque no creo que tú lo harías.
  • No dejándome hablar o contar mi propia versión de los “hechos”.

¿Qué hacemos cuando hay silencio?

Cuando empecé a trabajar con adolescentes uno de los momentos más incómodos para mí era cuando el chico se quedaba callado, en ocasiones no sabía ni cómo hacer para que siguiera hablando. Al pasar el tiempo y en mi experiencia he logrado conocer que como terapeutas siempre queremos “hacer algo” en terapia y si no lo hacemos creemos que la terapia no está funcionado.

En realidad no es así, los silencios en la terapia con adolescentes son los momentos en los que ellos mismos pueden hacer insight y volver a ser ellos mismos. Cuando aprendemos a escuchar al silencio y a disfrutar el silencio del chico ellos mismos querrán bogar mar adentro.

Como nuestro verdadero papel es que el chico se sienta bien y en confianza eso es lo que debemos de pretender y si el silencio le hace sentir bien, aprendamos a escuchar su voz interior.

A veces existe más energía terapéutica en el silencio que en hacer todo tipo de técnicas terapéuticas con adolescentes. Por ejemplo:

En una ocasión, un chico adolescente se quedo callado en medio de la terapia, por un momento el ambiente terapéutico estaba cargado de una energía negativa. Recuerdo que solamente me quede en silencio, sinceramente no tenía nada que decir ni por donde seguir la terapia. Era un chico “rebelde y contestón” según la maestra. En mi caso ya no sabía por dónde seguir la terapia, así que me quede callado.

Cuando él se dio cuenta de mi silencio, también se quedo callado. Ambos no teníamos nada que decir y aunque el ambiente estaba negativo yo estaba allí, acompañándolo. Eso hacemos los terapeutas no.

De pronto, después de aproximadamente 8 minutos que ya casi era el final de la sesión, el chico empezó a llorar como un niño de 5 años, mientras yo seguía callado. Lloro por diez minutos y luego me dijo: “Ulises, gracias por estar aquí…” a lo que respondí: “el placer es mío” y luego me dijo “la próxima semana seré más colaborador” suscito con una sonrisa.

Muchas veces el adolescente lo dice todo con sus propias palabras o su manera de actuar, pero estamos más concentrados en interpretarlo todo o en pensar qué podemos hacer con él que en escuchar claramente lo que nos puede estar diciendo, o necesitando de nosotros.

Referencia: Cornejo Parolini, Loretta Zaira “Manual de terapia gestáltica Aplicada a los adolescentes” El papel del terapeuta de adolescentes. 3ª edición. © Editorial desclée de brouwer, S.A. España. 2007. Págs. 374