Seguramente han escuchado que en las sagradas escrituras se menciona algo acerca de la corrección que un padre debe tener en relación a su hijo, esta se encuentra en Proverbios 22:6 y dice lo siguiente: “Instruye al niño en su camino y aunque fuere viejo no se apartara de él”. Instruir al niño está bien, pero algo importante es que la “instrucción” puede servir para bien o para mal.
A los ocho años de vida un niño escasamente empieza a desarrollar su conocimiento concreto de la realidad y a esa edad el niño no puede decir: “¡Basta ya! Me voy si me siguen maltratando”, el niño aún no tiene la capacidad para decir algo similar y por lo mismo tendrá que aprender a sobrevivir en al ambiente familiar.
En ocasiones los padres pretenden corregir a sus hijos para “bien” sin darse cuenta que hacen lo contrario. A menudo este niño que viene a este mundo decepcionará inevitablemente a sus progenitores. Esto es algo difícil de evitar.
Los padres se hacen la idea de un hijo en: cómo debería ser, qué camino debería tomar en la vida o cómo tendría que comportarse en determinadas situaciones, y cómo debería responder a las necesidades y los deseos de sus padres.
Cuando la corrección se vuelve un castigo
Con lo que explicare a continuación no pretendo herir susceptibilidades, solamente quiero darles a conocer aquello que he sentido y experimentado en decenas de niños que vienen a terapia.
He escuchado afirmaciones de un niño y/o adolescente tales como: “es que mi padre no me entiende”, “Ya no quiero seguir viviendo con mi papa”, “Cada vez que lo veo, siento que todo cambia para mal”, “no puedo decirle nada porque él siempre tiene la razón” “a veces he querido escaparme de casa”, “prefiero estar todo el día en el colegio en vez de ir a casa”…. Y al escuchar estar afirmaciones, desearía que los padres llegaran a comprender el daño que le hacen a su hijo sin darse cuenta, pero a veces es difícil hacerlo, bueno para mí lo es.
Un día hablando con un padre logre comprender que todos nosotros llevamos una maleta con nosotros, esta maleta es “psicológica” y en ella traemos todo el pasado, un pasado que nos sigue y llevamos a cualquier parte. Como humanos tendemos a guardar cada situación conflictiva que vivamos ya sea en la infancia o en la vida adulta, y con cada situación que guardemos en la maleta se va haciendo cada vez más pesada.
Imagina que tienes una maleta al que tienes que ponerle una hoja de papel todos los días, y esto fue a partir de tu nacimiento, así entonces si tienes hoy 20 años y cada día haz agregado una hoja al maletín entonces hasta hoy en día tienes más de 7,300 hojas de papel en las que escribes inconscientemente tu vida pasada.
¿Lo ves? Creo que 7,300 hojas de papel si pesan demasiado. Y es así, como esta toda la humanidad, cada quien lleva una maleta cargada de emociones, tristezas, lamentos, abusos, maltratos, etc.
Esta es una de las razones (aclaro, no trato de justificar el maltrato) por las que un padre se vuelve un potencial maltratador ya sea física o psicológicamente. En realidad los padres solamente intentan liberarse de esta carga que traen consigo en la maleta “psicológica” y no encuentran mejor manera de hacerlo que agrediendo y/o maltratando al otro.
En ocasiones un padre cree que instruye a su hijo de la manera correcta, sin embargo hace todo lo contrario y al pasar los años su hijo de 8 años se convertirá en un adolescente rebelde. De manera conscientemente los padres no quieren ser agresores, pero el inconsciente gana en la lucha interna porque la maleta “psicológica” debe vaciarse.
¿Cómo vaciar una maleta psicológica?
La verdad es que solamente se puede vaciar así como se llenó, de poco a poco a través de algún tipo de terapia psicológica. Todos tenemos una maleta “psicológica” cargada de emociones, dolores, tristezas, llantos, amarguras, que hemos vivido y por lo tanto todos debemos recibir terapia. Aún más los psicólogos ya que cada día nos llenamos de más historias que pueden afectarnos.
¿Entonces mis padres son los que tienen la culpa de mis desgracias?
Cuando como terapeuta escucho a alguien preguntar algo similar, en el fondo está diciéndome que no ha asumido aún la responsabilidad de su vida. Sigue siendo interiormente un niño que espera y exige que los demás cuiden de él y lo hagan feliz. Resulta significativo que tales personas necesiten siempre nuevos “perpetradores”, para poder seguir sintiéndose como víctimas. Siempre hay otros que son culpables de su miseria. El mismo terapeuta corre el peligro de ser el siguiente en la “lista de los malos” si la terapia no da resultado.
Los padres juegan un papel importante en el desarrollo del niño por lo mismo es necesario que al instruir o corregir a sus hijos lo hagan sin tener la maleta “psicológica” cargada de emociones y dolor, de lo contrario eso será lo que le impartiremos al niño.
Recuerda: “Debes vaciar la maleta psicológica que llevas, solo de esta manera puedes ser libre y vivir plenamente”