La teoría de Moreno del desarrollo infantil

Moreno sugirió que el desarrollo infantil depende de su entorno y, en particular, de los padres o las personas a cargo del pequeño. Su teoría sobre el desarrollo infantil se publicó en 1944 y fue perfeccionada en 1952.

Jacob Levy Moreno fue un psiquiatra austríaco que inventó el método de la psicoterapia conocido como “psicodrama”.

Propuso que la evolución de un infante se logra en tres etapas: la primera, en la que encuentra la identidad; la segunda, en la que reconoce su yo; y la tercera, en la que reconoce al otro. Sugiere que estas etapas se reflejan en las acciones del cuidador primario del niño.

Etapa de la identidad

Para un niño pequeño que se encuentra aún en la etapa de la identidad, el cuidador primario “duplicará” con frecuencia al niño para ayudar a que exprese sus sentimientos. Por ejemplo, las madres pueden hablar a sus bebés, en su intento de interpretar su llanto y tratar de ponerse en el lugar de ellos. Pueden intuir que los infantes tienen frío o hambre, e intentarán calmarlos. La expresión de sentimientos, y algún reconocimiento de esta acción a través de otros, ayuda al niño a crear una identidad propia.

Moreno sugirió que esta técnica es empleada, sin perjuicio de otras, por el cuidador competente que reacciona al llanto o la sonrisa del niño con palabras y acciones que procuran interpretar lo que el infante trata de exteriorizar. Esta técnica permite que el niño se exprese de forma tal que al menos los cuidadores principales lo puedan comprender o, con frecuencia, también, los hermanos y otras personas del entorno inmediato. Esta confirmación de la identidad del niño comienza con el nacimiento y continúa durante toda su niñez temprana.

Reconocimiento del Yo según Moreno

Una vez que la identidad (o personalidad) del niño comienza a formarse, el cuidador principal procura reflejar esto de manera automática para que el niño lo observe mediante la conducta de “espejamiento”.

El espejamiento es, también, una técnica psicodramática por la cual una persona no hace otra cosa que repetir las palabras y las acciones de otra (el protagonista) para mostrarle de qué manera sus acciones son percibidas por los demás. Este procedimiento debe ejecutarse en su exacta medida, sin caricaturizar ni exagerar.

Los niños son capaces de reconocer su propia imagen en un espejo a una edad temprana y, además, parecen reconocer imágenes de su propia conducta cuando ésta es repetida por un cuidador en el que confían (el juego de “hacer caras

y repetirlas” puede ilustrar este caso). Estos reflejos de acciones por parte de un adulto o de un hermano ayudan al infante a ver cómo es percibido por los demás.

Reconocimiento del Otro

Cuando un niño comienza a comprender que los demás tienen sentimientos y necesidades, y que éstas pueden ser diferentes de las de él mismo. Ellos aprenden a desempeñar e incrementar sus propias capacidades y aprenden a interactuar más fácilmente con los demás.

Moreno llama a su teoría “la teoría de la espontaneidad del desarrollo del niño” porque considera que los infantes necesitan gran espontaneidad para nacer. En el alumbramiento, el niño experimenta un acto por completo nuevo, que requiere que sea espontáneo, que respire, que llore, que chupe y acciones similares. Esta espontaneidad se utiliza, con frecuencia, durante la etapa temprana de la vida del niño pero, más tarde, tanto niños como adultos parecen perder la facilidad para ser espontáneos.

Referencia: Bannister, Anne “Terapias creativas con niños traumatizados” – 1.a ed. Ediciones Lumen. Buenos Aires, Argentina. Pág. 20