Como psicólogo he notado tantas veces en el contexto escolar a niños que son tímidos y al parecer existe un patrón común entre este tipo de niños.
Los niños tímidos son aquellos a quienes se les dificulta relacionarse con los demás y por ende separarse de sus padres. Fuera del contexto familiar estos niños se muestran rígidos y no disfrutan nada de lo que se muestra, como por lo regular lo realizan niños de su edad.
El patrón común que he visto es que los padres de estos chicos suelen etiquetarlos como “terremotos” dentro de la casa, incluso algunos padres mencionan que hasta son manipuladores y/o tiranos. Claro, los extremos en estos niños tímidos siempre pueden existir. En casa estos niños son insoportables pero en el ámbito escolar son niños tímidos.
Existen diversas razones que tejen posibles situaciones que son las que afectan a estos niños he impiden ser ellos mismos en la escuela. A continuación explicare algunas de ellas.
¿Porque mi hijo se comporta así?
Para muchos padres la actitud de su hijo es inconcebible, pareciera una broma que su hijo es alguien en casa y en la escuela sea otro polo opuesto. Por lo regular estas actitudes del niño suelen fastidiar a los padres porque creen que se burlan de ellos.
Regresando al punto del niño. Mientras más controlado parezca el niño en clase existe más posibilidad que cuando llegue a casa, “Libere” toda esta energía que tiene y por consecuencia pareciera que fuera una bomba detonante.
Estos chicos tímidos en realidad tienen una falta de control emocional que hace que los lleve a la timidez en la escuela y que en casa sean niños “terremoto”.
Para los padres el niño es un problema dentro de casa y por supuesto les preocupa su carácter pero son pocos los que toman las medidas necesarias para intervenir profesionalmente al niño.
Porque el niño se comporta con timidez en la escuela?
La escuela es un mundo nuevo para el niño por lo que no conoce a la mayoría de los que están en su salón. Hasta cierto punto es una especie de miedo, miedo a afrontar la realidad, miedo a fallar, miedo a que se burlen de ellos, miedo a hacer el ridículo, estos miedos hacen que el niño prefiera quedarse callado.
El miedo es el factor principal que impide al niño relacionarse con los demás o moverse con seguridad y habilidad social. El miedo limita las expectativas del niño y por consecuencia mantiene en constante tensión al niño que luego al llegar a casa explota como una bomba.
¿Cómo quitar este miedo de los niños?
Nuestro cerebro quien regula y controla nuestras emociones, es quien nos hace movernos como lo hacemos y el desarrollo de maduración se refleja en la forma en que nos movemos. También se ve en cómo hablamos, cómo nos relacionamos, cómo reaccionamos ante el estrés o cualquier acontecimiento o situación dada. El sistema nervioso es quien nos brinda una interpretación del contexto en el que nos desenvolvemos por consiguiente este es quien nos limita o nos mueve a tomar acciones.
Para poder controlar las emociones es necesario tener confianza en sí mismo, por lo tanto la manera de quitar el miedo en el niño es generando confianza en él. De esta manera el sistema nervioso reconocerá con seguridad todo aquello que percibe y siente de su contexto y así darle una interpretación adecuada.
Es decir, la confianza es el puente psicofisiológico del niño para avanzar a otros niveles de maduración, por lo tanto, al tener confianza el miedo va perdiendo fuerza.
Cuando el niño logra tener confianza en sí mismo las situaciones que comúnmente le daban “miedo” van perdiendo fuerza, las habilidades sociales y de comunicación empiezan a ganar terreno psíquico.
Como hacer que el niño gane confianza?
En ocasiones como padres, educadores y/o terapeutas debemos de acompañarlos y darles un empujón en el momento que necesiten mostrar seguridad y confianza, esto ayudara al niño a ser más confiado y brindar una respuesta adecuada ante una situación estresante.
La confianza del niño se desarrolla mediante las habilidades sociales y de comunicación, por ejemplo: caminar o correr por el parque, ir a los columpios, tirarse a las piscinas, saltar en camas elásticas y todo juego sano que implique un desafío de parte del niño.
Esta demás decir que como padres, educadores y/o terapeutas no mencionemos que son “torpes” “tímidos” “tercos” porque estas actitudes solo hacen que el niño se encierre más en el miedo.