Desarrollo:
La socialización: es el conjunto de procesos psicosociales por los que el individuo se desarrolla históricamente como una persona y como miembro de una sociedad a través de una socialización primaria, el individuo adquiere un mundo y desarrolla una identidad personal. Mediante la socialización secundaria la persona pasa a formar parte de distintos submundos institucionalizados o no, al interior de la sociedad. El adquirir un mundo supone que el individuo pasa a formar parte de una realidad objetiva, material, y social, y que asume una visión del mundo, haciendo suyo un esquema cognoscitivo y un marco valorativo de referencia. La identidad de cada persona esta referida a un contexto objetivo concreto a un mundo de relaciones sociales y un universo de símbolos valores y normas.
La identidad personal se afirma en las relaciones interpersonales, aunque es relativamente estable, evoluciona históricamente. Así, la identidad es al mismo tiempo producto de la sociedad y d la propia acción personal. El yo surge como producto n las relaciones sociales al asumir el individuo la imagen que de si le transmiten los otros significativos y al reaccionar frente a ella en forma personal. La percepción de uno mismo influye decisivamente en este proceso, pero hay que distinguir entre el yo personal (realidad objetiva) y el concepto que se tiene de uno mismo (imagen subjetiva). El adquirir un lenguaje constituye uno de los procesos básicos de socialización y, según muchos psicólogos, una de las diferencias esenciales entre e hombre y otros animales, punto que hoy se debate apropósito del lenguaje de los chimpancés. El lenguaje constituye una forma particular de ver la realidad. Al adquirirlo, las personas asumen también su perspectiva sobre la realidad.
La adquisición de una moral es el proceso socializador por excelencia a través del cual el individuo adquiere las formas definidoras del bien y del mal en una sociedad y desarrolla hábitos correspondientes. Con la socialización moral las personas hacen propio el control social requerido por el orden existente. El psicoanálisis, la conciencia moral consiste en la incorporación a la estructura de la personalidad de las normas sociales, prohibiendo y permitiendo o estimulando otras.
La teoría del aprendizaje considera que la moral es una forma de control de la conducta que son interiorizados por la persona formando un sistema de autocontrol.
Las formas de transmitir la moralidad que se han estudiado empíricamente están la disciplina paterna, la imitación de los modelos y el desequilibrio cognoscitivo, a pesar que las personas muestran frecuentes inconsistencias morales entre sus principios y comportamientos pueden ser entendidas como deficiencias de la socialización.
La socialización sexual es el proceso en que las personas adquieren una identidad como hombres y mujeres, el síndrome del machismo y el correspondiente síndrome el hembrismo ponen en manifiesto esa subordinación social.
La acción en cuanto ideológica
Las relaciones inmediatas entre individuos son insuficientes para comprender la producción y el sentido de dichas relaciones, las formas que adoptan, actitudes, valores, normas, significados que operan en cada interacción concreta. Puede existir cierta comprensión de un acto o una cadena de actos llevadas a cabo por diversos sujetos atendiendo a los elementos inmediatos de la relación y esta estrategia de interpretación es válida si los objetivos de la comprensión son limitados. Pero llegar a un entendimiento más completo y profundo requiere un análisis que no se detiene en lo inmediato, sino plantea interrogantes sobre los procesos sociales que posibilitan y sitúan los contextos particulares, incluyendo la historia de cada uno de los actores de la relación (historia que se produce a su vez dentro de una situación y estructura social, tramas relacionales, sociabilidad fundamental, que generan producciones simbólicas cargadas de subjetivizaciones sociales.
Al considerar el objeto de estudio de la psicología social, Martín-Baró propone que dicho objeto está dado característicamente en la “acción de individuos o grupos en cuanto referida o influida por otros individuos o grupos”. Sin embargo, esta relación referida a otros individuos o grupos se produce dentro de un contexto más amplio. Así precisa que “la psicología social trata de desentrañar la elaboración de la actividad humana en cuanto es precisamente forjada en una historia, ligada a una situación y referida al ser y actuar de uso y otros” Más refinadamente aún, considera que el objeto de la psicología social es “la acción humana en cuanto ideológica” ,con lo cual señala que las relaciones interpersonales o entre individuos y grupos hacen referencia al plano de lo personal pero también de lo social en tanto que se remiten a significados socialmente producidos y puestos en relaciones, en contextos. Los significados que atraviesan la conciencia de los sujetos y que son centrales para la producción de la acción, hunden sus raíces en configuraciones históricas dadas. La acción es una “síntesis de objetividad y subjetividad, de conocimiento y de valoración, no necesariamente consciente, es decir, que la acción está signada por unos contenidos valorados y referidos históricamente a una estructura social”. En otras palabras, la acción (que no es una conducta mecánica), se realiza y es inteligible de acuerdo a significados y valoraciones sobre los cuales esa acción brota, se constituye, se orienta, y que necesariamente remite a contextos históricos y sociales productores de sentidos.
El objeto de la psicología social se encuentra en la relación entre la estructura personal y la estructura social que se hacen presentes en toda relación humana. Un ejemplo paradigmático de esta situación serían los procesos de socialización en los cuales la persona se configura individualmente y aprende a ser miembro de la sociedad no sólo a través de los grupos primarios en los cuales se inserta tempranamente, sino en un contexto social que remite a intereses de formaciones e instituciones sociales más amplias como la división social del trabajo. La socialización remite a patrones de crianza propios de cada familia, pero en tanto que unidad social, cada familia se configura dentro de una matriz de relaciones. La socialización de una niña indígena, pobre y en un ambiente rural es distinta a la de un niño blanco, rico en un ambiente urbano. Nociones tan elementales como bueno o malo, bonito o feo, agradable o desagradable variarán significativamente, orientando la acción en forma distinta. Así mismo, su acción estará influida por una serie de factores que dependen de los distintos contextos desde donde actúen.
Para precisar más la definición de Martín-Baró respecto al objeto de la Psicología Social como “acción en cuanto ideológica” vale la pena considerar los dos términos de la definición por separado. La acción puede ser entendida como un acto con significado, contrario a otro tipo de actos (o conducta en términos de Martín-Baro, que de acuerdo acontecen en virtud de regulaciones preestablecidas entre los distintos órganos, aparatos y sistemas. Ejemplos de las mismas son el respirar, el dormir, el bostezar, el parpadear, etc. De alguna manera son actividades estereotipadas las más de las veces, y se realizan al margen de cualquier participación proyectada
De estos “actos aconductuales” lo importante es resaltar que son actos más o menos autorregulados, sin participación en el campo del significado, resultado de procesos internos del organismo en función de mantener el equilibrio. En tanto que la acción con significado, es una acción “inédita”, no automática, que tiene sentido. Este tipo de acción con significado se caracteriza por la reflexividad. Y es la misma acción de la que habla Martín-Baró.
Si bien ambos tipos de conductas o “actos”, originan cambios en el organismo que actúa, estos cambios no terminan de explicar los actos reflexivos que van más allá de ser provocados por la autorregulación del organismo. Este tipo de acciones, además, responden a situaciones, es decir, a contextos en los cuales se desarrollan (y no de manera refleja o inespecífica como en el caso de los “actos conductuales” y que, por tanto, sirven para la vida en relación. Un acto se comprende en la medida que se relaciona con algo o alguien dentro de un contexto y se le da cierta intención (lo cual no quiere decir que la intención necesite ser claramente explícita o consciente. De hecho, el sentido que le dan los sujetos a sus actos posee un referente muy limitado y no capten ciertas cuestiones de fondo. Esto sucede, entre otras razones por lo ideológico que hay en la acción).
Ahora bien, el contexto no es únicamente la situación “real” y “objetiva”. La elección que hace un joven de clase media de participar en un movimiento social, absolutamente inexplicable para los padres y su entorno social, puede ser resultado de una combinación de ideales, aspiraciones, necesidades afectivas, etc., y otros elementos de la realidad. Parte del contexto de tal acto es el juego del pensamiento y afecto. Esto plantea que las ideas son tan materiales como los objetos, en el sentido de existentes. Tienen peso en la acción, no son simples factores adicionales de la acción. La fantasía, los sueños, la utopía pueden ser elementos reales, con un peso real en la vida de las personas y en las luchas de los movimientos sociales y populares.
Hablar de ideología en el sentido marxista del término implica tres cosas: que la conciencia es una producción social; que las relaciones de producción son los elementos que en última instancia configuran la conciencia, por lo que la práctica es crucial para entender la ideología de cada sujeto o actor social; y que hay sectores hegemónicos que se colocan en la posición de compartir con otros grupos sus contenidos de conciencia adecuados a su posición social y alienantes para los otros. Aunque después critique dicha concepción, parece bastante útil para lo que se quiere considerar en este trabajo. La ideología supone un efecto de dominación en la persona “ideologizada”. Lo ideológico es un sistema categorial que es opaco para el sujeto en el cual opera la ideología y que responde a intereses de dominación de los grupos hegemónicos. Llega a suceder que no es posible pensar el propio pensamiento y la acción reproduce la dominación.
Martín-Baró llega a concretar su propuesta de ideología en el sentido que serían “como los presupuestos o “por supuestos” de la vida cotidiana en cada grupo social, supuestos triviales o esenciales para los intereses del grupo dominante”. Y vale la pena añadir, supuestos que motivan la acción incluso si es contraria a los movimientos sociales y populares. “una ideología dominante es al mismo tiempo ideología de dominación”. La importancia de la categoría de ideología en Martín-Baró, es que la ideología funciona como mediación desde las estructuras económicas y sociales hacia las formas en que la gente vive: “en la ideología las fuerzas sociales se convierten en formas concretas de vivir, pensar y sentir de las personas, es decir, la objetividad social se convierte en subjetividad individual, y, al actuarla, la persona se realiza como sujeto social”. Se llega a producir subjetividad a partir de las condiciones de existencia. Y se ha de insistir que si esas condiciones de existencia están atravesadas de modos de dominación, la subjetividad resultante no es producida como identidad e integración, sino como identificación inercial del sistema, ocupándose los espacios prefigurados por los diversos modos de dominación que tienden a ser reproducidos en la acción y la subjetividad.