Sinopsis:
En La construcción social de la realidad (1966), Berger y Luckmann presentan un recorrido por la historia de las instituciones y su papel dentro de la sociedad desde la teoría del conocimiento. Su intención es situar el modo en que los seres humanos consiguen objetivizar cierto grado de conocimiento, el cual, mediante su asentamiento en la rutina del día a día, llega a configurar universos simbólicos que operan de forma significativa en lo que se ha denominado como sentido común.
La sociología del conocimiento nació con Max Scheler dentro de un contexto filosófico y en la particular situación intelectual de la Alemania de la década de 1920; estos orígenes hicieron que permaneciera durante ‘un tiempo como una preocupación periférica para la mayoría de los sociólogos, sobre todo los anglosajones. Sólo después de un largo debate acerca de su validez, alcance y aplicabilidad, la nueva disciplina penetró, de la mano de Karl Mannheim, en el mundo de habla inglesa. Los dos pensadores mencionados centraron su interés teórico en las cuestiones epistemológicas, y sus trabajos empíricos se aplicaron a la historia de las ideas. Berger y Luckmann sostienen que esta problemática es ajena a la verdadera esencia de una sociología del conocimiento digna de tal nombre. Incluir en ella las cuestiones concernientes a la validez del conocimiento sociológico “es algo así como querer empujar el coche que uno mismo conduce”: el análisis epistemológico desborda el marco de referencia de esta disciplina. Y con respecto a la historia de las “ideas” (vale decir, de las teorizaciones), es sólo una parte, y no la central, del conocimiento de que participan todos los integrantes de una sociedad y que debe ser su verdadero objeto de estudio. El hombre de la calle vive en un mundo que para él es “real”, aunque en grados diferentes, y “sabe”, con distintos grados de certeza, que ese mundo posee tales o cuales particularidades. El filósofo, por supuesto, se interroga acerca del carácter último de esa “realidad” y de ese “conocimiento”. ¿Qué es lo real? ¿Cómo conocerlo? Podría decirse que la apreciación del sociólogo se ubica en un punto intermedio.