El procedimiento para la evaluación de un niño maltratado puede medirse a partir de pruebas objetivas (tests) que exigen contenidos seleccionados con cuidado y metodos de actuaciòn e interpretaciòn rigurosos. Los contenidos de estas pruebas pueden referirse a cualquier aspecto del funcionamiento psíquico, incluidos los rasgos de personalidad, las actitudes, la inteligencia y otros aspectos de índole emocional.
La evaluación de un niño maltratado
Por lo general, las pruebas de evaluaciòn y el diagnòstico clìnico del maltrato infantil son realizadas por un psicòlogo clinico o educativo de acuerdo a los principios èticos y profesionales.
La interpretación se basa en la comparación de las respuestas del individuo con los niveles previamente establecidos mediante las respuestas habituales. Su utilidad dependerá de su capacidad para predecir el comportamiento (validez externa, predictiva).
Debido a que las características psicológicas no son tangibles o medibles directamente, en psicología se realizan mediciones indirectas en que interviene la subjetividad del evaluador. Para reducir al mínimo este factor, se han desarrollado diversas técnicas psicológicas que determinan el comportamiento del menor maltratado.
El término prueba alude a un instrumento sistemático y tipificado que recoge muestras de conducta producidas por los sujetos en respuesta a los estímulos que se les presentan. Estas respuestas se puntúan o valoran según ciertos criterios y ofrecen información del lugar que ocupa el sujeto dentro de un grupo de referencia normativo
Existen dos grandes grupos de técnicas de medición psicológica: las pruebas psicométricas, que miden en forma confiable y válida muestras de conducta del individuo, y las proyectivas, que permiten conocer de manera cualitativa el mundo interno del examinado. Es importante destacar que las pruebas permiten conocer el funcionamiento cognitivo del sujeto, es decir, su cociente intelectual, habilidades y capacidades, así como su mundo afectivo interno; es decir, su autoconcepto, su percepción de la realidad, su forma de relación con el medio y cómo se ajusta a éste, siempre desde la perspectiva personal del sujeto. Asimismo, no podemos hacer a un lado que en la evaluación también influyen los datos obtenidos durante la entrevista, la observación y el juego diagnóstico
Durante la evaluaciòn del maltrato infantil see recomienda utilizar más de un método, porque si hay discrepancias entre ellos pueden servir para indicar que se necesita más investigación. Por ejemplo, si en el niño se observa una actuación deficiente, pero la entrevista con la familia y la evaluación de un colaborador indican una actuación adecuada, podríamos considerar entonces el problema del menor como una evaluación cognitiva errónea en vez de un déficit en la actuación.
Procedimiento para la evaluación de un niño maltratado
En una revisión llevada a cabo por Swan y MacDonald en el año 1978 las prácticas de evaluación usadas por psicólogos y terapeutas infantiles, fueron los diez procedimientos empleados con mayor frecuencia y partiendo de esta revisiòn se presenta de manera hipotetica un procedimiento que puede llevarse al realizar una evaluaciòn de un niño maltratado.
En los procedimientos de evaluación del menor maltratado, todos aquellos factores de riesgo relacionados con la presencia o ausencia de determinadas condiciones en la vida del menor o su entorno aumentan la posibilidad de aparecer conductas o situaciones de maltrato.
Se debe tener en cuenta que los factores de riesgo nunca prueban la existencia de maltratos y sólo predicen la probabilidad de aparecer.
No obstante, en la detección de factores de riesgo existe más de una situación de maltrato, asociada a factores personales y/o sociofamiliares que puede precipitar la situación de maltrato. De ahí que, en el proceso de evaluación, las intervenciones y decisiones profesionales sean diferentes para cada caso.
Referencia: Ampudia Rueda, Amada “Guía clínica para la evaluación y diagnostico del maltrato infantil” Primera edición. Editorial El Manual Moderno. México: UNAM, Facultad de Psicología. México, D.F. 2009. Pago. 37