Psicopatología del Fracaso Escolar

Sinopsis: 

Según mi experiencia hay dos momentos en donde el niño encuentra el fracaso escolar. El primer momento se da durante las primeras adquisiciones básicas que deberían ser desarrolladas en el jardín infantil y/o pre-primaria, durante la edad de 4-7 años. La segunda se manifiesta durante los 8-12 años de edad en la etapa escolar primaria. Por lo regular durante las primeras adquisiciones el niño fracasa de manera global en la lectura, escritura y el cálculo.

El fracaso escolar puede estar relacionado con una deficiencia intelectual y, en este caso, el retraso persistirá posteriormente de manera gradual. Desde el punto de vista escolar la mayoría de niños fracasan porque están inmersos en el circulo vicioso del fracaso y cualquiera que sea su causa inicial, el hecho de fracasar produce habitualmente en él reacciones que dependen sobre todo de su carácter: apatía, turbulencia, inestabilidad y oposición.

Desarrollo:

Fracaso escolar

La tiranía del fracaso escolar: a menudo esta se manifiesta tanto en el ámbito familiar y escolar, aunque otras veces únicamente en el medio escolar. Frecuentemente, la tiranía del fracaso escolar aparece como una oposición que al niño le parece consciente sin embargo la idea opositora solamente es un pensamiento mal formulado. Según mi experiencia, la oposición escolar que se desenvuelve como tiranía no es más que una reacción disfrazada de lo que quisieran hacer el niño contra sus padres a través de la escuela.

Negatividad escolar pasiva

Su característica fundamental es que el niño manifiesta una falta apetencia o deseo escolar. El niño pierde el interés en la escuela cuando existe dificultad en la relación niño-maestro; el niño puede adoptar actitudes regresivas que rebasan el problema propiamente escolar que luego transforma en una psicopatología escolar. Es decir, que un educador tiene la facultad de hacer que el niño tenga éxito o fracase en el ámbito escolar.

Cuando un niño manifiesta desinterés en todo lo que refiere aprendizaje, trata de decir que tiene una dificultad (escolar, familiar o social) que impide que el aprendizaje sea efectivo. Es importante resaltar que si el educador es desatendido con el niño, la actitud pasiva del educador hará que se produzcan reacciones represivas en el niño que son adquiridas cuando se le castiga. (Escuela/familia)

El síndrome de inhibición intelectual

cuando un niño intenta trabajar (hablo del marco escolar), se empeña en ello, pero si consigue solamente resultados decepcionantes, sufre al no poder dedicarse a una actividad intelectual. El niño se siente bloqueado ante la tarea por realizar, desconcertado, siente que intenta en vano y a veces eso hace que no quiera volver a empezar. Los niños que sufren una inhibición intelectual se sienten como reos de una prisión y como testigo de su ineficacia; esto produce tensión y angustia, cefaleas, que aumentan al reemprender la actividad escolar. A veces, se desliga por el ensueño, se evade de la realidad, parece ausente. De manera que aquellos niños que no dicen nada y aun así se les dificulta trabajar sufren de tal manera que ven la escuela como una prisión no como diversión.

Trastornos del carácter

existen dificultades escolares que suelen ser trastornos del carácter y están ligadas a la turbulencia, cólera, ira y la reacción contra los demás niños y maestros. Sin embargo existen dos formas de conocer el carácter de un niño:

La primera es la forma en que responde a una reacción ante un conflicto actual, una situación que el niño no pueda controlar y que por lo regular hace que el niño se enoje. De allí se conoce el carácter de un niño y desde allí se puede tratar la problemática escolar del acoso escolar.

La segunda se forma con una descarga emocional realmente irresistible, manifestaciones psicosomáticas (enuresis, encopresis) que por lo regular son conductas que provocan reacciones punitivas del otro y reflejan un ambiente familiar mal estructurado y con un bajo control emocional.

El niño discordante

entre los alumnos alborotadores debemos describir un tipo particular, el del niño discordante que hace el títere y cuya actitud de payaso no suele ser más que una reacción de reafirmación y de exhibición tras la que hallamos una ansiedad extremadamente notable con un temor de desintegración de tipo pre-psicótico. Estos chicos son aquellos que frecuentan contradecir lo que el educador dice, y como es un líder (claro líder negativo) los demás lo siguen.

El retraso escolar

Este depende del potencial intelectual de un niño, aunque no siempre es así, aclaro. Es necesario señalar la existencia de una frecuente discordancia entre nivel intelectual y nivel escolar, puesta en evidencia por test especializados. Por razones sociales, el retraso escolar ha llegado a ser un verdadero problema familiar. Sin embargo es importante mencionar que el retraso está relacionado con una falta de continuidad en la enseñanza (cambio de escuela, absentismo, cambio de maestro) con la consiguiente insuficiencia de los conocimientos básicos que el niño no puede compensar con la inteligencia.

Fracasos Escolares

Al estudiar sobre las dificultades y fracasos escolares he conocido que es un universo por descubrir, que la familia juega uno de los papeles más importantes respecto al proceso de enseñanza-aprendizaje del niño.

Existen numerosos rasgos que son aprendidos en el ámbito familiar por el niño y que posteriormente son reproducidos en el marco escolar. En ocasiones para el niño la maestra o educador asume de manera inconsciente el papel de mama o papa y los alumnos los demás hermanos, esto hace que el niño no vea la diferencia entre el ámbito familiar y el escolar. Es evidente entonces que la inadaptación que experimenta el niño no está solamente relacionada con el grupo escolar. El marco familiar que es donde se desarrollan los conflictos, desempeña a menudo un rol más importante que la modificación introducida por la escolaridad.

La utilización de métodos adecuados, la disminución de alumnos dentro del grupo escolar, una ayuda especial para determinadas materias para los niños que no tienen una base suficiente con una valorización de la profesión pedagógica contribuirán mediante una pedagogía valida, a que la educación recobre su sentido y la reeducación sin límites. Solo de esta manera los procesos de enseñanza-aprendizaje serán fortalecidos.

Referencia: 
Stuart Finch (1952) “Fundamentos de Psiquiatría Infantil”