La idea del psicólogo y neurólogo francés Pierre Janet quien aportó una definición de trauma psíquico ya en 1919, que hoy en día, después de casi un siglo, todavía me parece válida:
“Es el resultado de la exposición a un acontecimiento estresante inevitable, que sobrepasa los mecanismos de afrontamiento de la persona. Cuando las personas se sienten demasiado sobrepasadas por sus emociones, los recuerdos no pueden transformarse en experiencias narrativas neutras. El terror se convierte en una fobia al recuerdo, que impide la integración (síntesis) del acontecimiento traumático y fragmenta los recuerdos traumáticos apartándolos de la consciencia ordinaria dejándolos organizados en percepciones visuales, preocupaciones somáticas y reactuaciones conductuales.”
Claro, existen diferentes definiciones del trauma que se mueven entre los polos, el problema en si es que para muchos ‘todo es trauma’. Definir todo como trauma es un error, ya que no se puede distinguir entre la población común y las personas que sufren de forma crónica o aguda las consecuencias de una traumatización.
¿Cómo saber si estoy tratando con un paciente con trauma?
A continuación alguna de las características de un paciente con trauma:
- Un comportamiento disociado, que se manifiesta por la ausencia de emociones, recuerdos o presencia.
- Informaciones durante la charla introductoria sobre sucesos potencialmente traumatizantes, a menudo durante la infancia.
- Síntomas típicos como la dificultad de mantener el equilibrio emocional, recuerdos emocionalmente sobrecogedores, una autoimagen devaluadora, fuertes miedos hasta llegar a ser fobias, confusión, estrés que se percibe a nivel somático, en el cuerpo, o la evitación de ciertos temas.
- Reacciones especificas corporales o emocionales durante la constelación, como una inundación emocional o, por el contrario, la congelación o disociación.
En la sanación de los traumas es necesario seguir paulatinamente cada una de las diferentes etapas del tratamiento: estabilización, distanciamiento, exposición al trauma, elaboración del duelo e integración. Estas etapas no siguen una secuencia lineal, más bien ocurren en un ir y venir cuidadoso de una a otra con el paciente, en cada sesión de terapia. Se pueden distinguir tres formas de experiencias traumáticas:
- Trauma por una experiencia aguda única
- Trauma repetitivo de experiencias agudas
- Trauma acumulativo relacional / Trauma complejo / Trauma secuencial
Mientras en el primer caso ocurre algo dramático e inevitable, como un atraco, un abuso sexual, una muerte repentina, en el segundo caso son experiencias repetidas dramáticas e inevitables como un abuso sexual prolongado, tortura continuada, amenazas constantes, etc., y en el cual cada suceso de por sí ya puede ser traumatizante.
El trauma acumulativo se ignora fácilmente, ya que el suceso como tal parece de menor importancia y es negado o minimizado en la propia familia. Es el pan de cada día, y como tal parece normal.
Las tres formas tienen en común que suelen provocar una disociación parcial en la persona afectada, que seguramente es el elemento central de la traumatización y que se entiende hoy en día cada vez mejor al nivel neurobiológico. También existe una fuerte carga emocional y energética retenida en esta parte congelada. Cuando se trata de un trauma repetitivo, éste puede causar cada vez más fragmentaciones, hasta poder llegar a una personalidad múltiple en la persona en cuestión.