En muchas ocasiones me pregunte si el alma era parte de nuestro cuerpo o era parte de nuestro ser. Algunas preguntas que pasaban por mi cabeza eran las siguientes: ¿en donde se encuentra el alma? ¿cómo actúa el alma? ¿ cuales son los síntomas del alma triste?
Científicamente no han encontrado el lugar exacto en donde se puede localizar el alma. Sin embargo, desde el punto de vista religioso se conoce que los ojos son las ventanas del alma. Es decir, que el estado de animo del alma es regido por la percepción. Ciertamente todos experimentamos tristeza y preocupación, pero cuando estas emociones son excesivas e inapropiadas a las circunstancias, pasamos de lo normal a lo patológico.
Creo que entre el cerebro y el alma existe una línea delgada, esta línea divide lo que es sano y aquello que es patológico. Una de las emociones regidas por el cerebro pueden ser la tristeza, el miedo, la alegría y la agresión. Nótese que estos sentimientos y emociones son recurrentes y el cerebro puede lidiar con ellas. Sin embargo, cuando estas emociones pasan el limite entre el cerebro y el alma, se vuelve una psicopatología.
Así entonces, se forma una psicopatología cuando el cerebro afecta el alma. Y aquello que era tristeza, se vuele en depresión aquello que era miedo se convierte en fobia, aquello que era alegría se vuelve en una manía y aquello que es temperamento se vuelve en agresión. Pero la pregunta del millón es ¿cómo se afecta el alma a tal nivel que un sentimiento se convierta en una psicopatología?. Tratare de dar una respuesta a continuación.
Alteraciones en el alma
A finales del siglo XVII Shakespeare escribió: “el cerebro es la frágil morada del alma”. En palabras de Shakespeare se sugiere la existencia de una línea o limite entre la salud mental y enfermedad.
Por otro lado, desde el punto de vista biológico, las emociones tienen un sustrato orgánico en el cerebro y, en muchos casos, han sido bien localizadas y estudiadas. En este sentido es indispensable recordar que el comportamiento agresivo puede ser origen de múltiples factores. Estos pueden ser hereditarios o aprendidos durante el desarrollo infantil o bien generados por ambas fuerzas.
Shakespeare sugiere que el cerebro puede alterar el alma y los biologistas sugieren el aprendizaje o alguna alteración en el alma puede ser aprendida y/o originada por el ambiente y la cultura. De acuerdo con estas dos posturas, el punto principal de interacción que puede alterar el alma es la “percepción” ya que es aquí donde se produce todo el aprendizaje del ser humano.
Los seres humanos nacen buenos y se vuelven agresivos
La primer teoría de la agresividad es la de Jean Jacques Rousseau en el siglo XVIII, que supone los seres humanos nacen fundamentalmente buenos y se vuelven agresivos o violentos durante su desarrollo como resultado del aprendizaje cultural. Esta visión es la base de la Teoría del Aprendizaje Social de renombrados psicólogos contemporáneos como el estadounidense Albert Bandura.
La segunda teoría proviene del pensamiento de filósofos como el inglés Thomas Hobbes, autor del clásico Leviatán, así como de estudiosos de la conducta animal como el zoólogo austríaco Konrad Lorenz. En ella, se postula que los niños aprenden a no ser agresivos. Nacemos con tendencias egoístas y agresivas y durante el desarrollo es necesario aprender a inhibir dichas tendencias. Desde esta perspectiva, la agresión se entiende como un desorden de autorregulación que refleja disposiciones conductuales inestables, presentes desde el nacimiento y que pueden tener un origen neurológico.
Referencia: Ostrosky, Feggy. “Mentes asesinas. La violencia en tu cerebro” Segunda edición. Editorial Quinto Sol, S.A. DE C.V Circuito Oradores 8 B002, Ciudad Satélite, Naucalpan, Edo. de México. 2011. Pág. 24.