Trastorno psicosomático

Sinopsis:
El concepto actual de trastorno psicosomático implica una concepción psicogénica y holista de la enfermedad. Según este nuevo punto de vista, cualquier trastorno médico puede ser asignado como “psicosomático”. La actual concepción de lo psíquico y lo somático no implica relaciones causales entre lo psíquico y lo somático, sino multicausalidad e interrelación.

La diferencia entre los trastornos somatomorfes y los desórdenes psicosomáticos radica fundamentalmente en que en los trastornos psicosomáticos existe un daño en el sistema fisiológico correspondiente.

Existen tres tipos de teorías suponen un avance en la psicosomática actual:
1. Teorías de especificidad E-R o de las reacciones específicas: determinados estímulos inducen determinadas respuestas fisiológicas independientemente de la persona. Enfatizan así la especificidad estimular (ej.: ante situaciones de estrés se dan unas respuestas fisiológicas determinadas).
2. Teorías de especificidad individuo-R: un mismo sujeto tiende a responder de manera similar ante los estresares, ej.: la Teoría de la debilidad del órgano. Son también llamadas: “especificidad de la R individual”, “especificidad de síntoma”, “especificidad de órgano”.
3. Teorías de especificidad psicológico-física: relaciones específicas entre aspectos físicos y psicológicos de la respuesta, como por ejemplo decir que una emoción específica se asocia con una enfermedad determinada (patrón Tipo A de conducta).

Trastorno psicosomático

La medicina para el trastorno psicosomático es una aproximación a la enfermedad que se basa en las hipótesis y observación de que los factores sociales y psicológicos juegan un papel en la predisposición, desencadenamiento y mantenimiento de muchas enfermedades.

La medicina conductual es el área dedicada al desarrollo e integración de la ciencia conductual y biomédica, del conocimiento y técnicas relevantes para la comprensión de la salud y la enfermedad física y la aplicación de estos conocimientos y técnicas a la prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación.

Por último, la psicología de la salud surge desde la psicología y es una aplicación más dentro de ésta. Estudia primordialmente el comportamiento en su significado más ambivalente de la persona sana o enferma. Sin embargo, su eje vertebrador se trata desde un posicionamiento de salud positiva, es decir, desde la promoción y comportamientos de salud y de las conductas o control de riesgo.

Los enfoques conocidos como “medicina psicosomática”, “medicina conductual” y “psicología de la salud” comparten muchos aspectos y contenidos. No obstante, al comparar entre sí estos enfoques podríamos decir que es más propio de la psicología de la salud el ser un enfoque más unidisciplinario.

Trastornos cardiovasculares (enfermedad coronaria)

El estrés psicosocial en forma de eventos vitales influye negativamente sobre la función cardiovascular; es de hecho el primer predictor. La asociación más importante se relaciona con situaciones de estrés laboral. El apoyo social en este caso es un buen amortiguador. La investigación sobre la implicación del estrés psicosocial en el inicio de la enfermedad coronaria sugiere que la relación del estrés psicosocial es más consistente con la ocurrencia de angina de pecho que de infarto de miocardio.

Uno de los principales indicadores psicológicos de un mal pronóstico de la enferme- dad arterial coronaria es la depresión.

El patrón de conducta Tipo A descrito por FRIEDMAN y ROSENMAN describe a sujetos muy competitivos, con alta necesidad de logro, agresividad, tensión en la cara, que se someten a sobrecarga laboral y que puntúan alto en hostilidad y urgencia temporal (impaciencia e inquietud).

El riesgo de trastorno coronario en los sujetos Tipo A es el doble que para los de Tipo B. Cada individuo se situaría en un continuo que va del Tipo A al Tipo B. Las personas Tipo B se caracterizan por la ausencia relativa de estas manifestaciones conductuales.

El complejo hostilidad (rasgo)- ira (estado)- agresión es la más predictiva. Estos sujetos tienen más conflictos interpersonales, menos apoyo social y más hábitos no saludables.
Mediante el análisis de correlación se vio que los tres factores fundamentales de este trastorno eran:

1. Competitividad y motivación de logro.
2. Impaciencia.
3. Hostilidad-agresividad

Estos sujetos tienen afán por conseguir metas poco definidas, deseo de reconocimiento o logro, estado de alerta permanente, estrategias de afrontamiento activas.

Explicación del patrón de conducta Tipo A:

Focalización sensorial: estos sujetos focalizan su atención sobre los Es relevantes de la tarea en la que desean destacar e ignoran los periféricos.

Estilo atributivo: los sujetos Tipo A ante una situación cualquiera, especialmente de amenaza o reto, tienden a hacer más atribuciones internas (“con más esfuerzo yo puedo dominar la situación”). Sólo cuando los índices de incontrolabilidad son más fuertes, cambian a un estilo de atribuciones externas y pueden pasar a una fuerte indefensión.

Existe un Síndrome denominado “síndrome de quemarse en el trabajo” o “Síndrome de Burnout”, descrito por MASLACH y JACKSON, considerado como la fase más avanzada de estrés profesional. Se da más frecuentemente entre individuos que trabajan con personas y tiene 3 dimensiones:

• Agotamiento emocional
• Despersonalización
• Baja realización personal en el trabajo

Trastornos gastrointestinales

Los tipos de trastornos gastrointestinales en los que se considera que los factores psicosociales pueden jugar algún papel en su etiología, mantenimiento o en la remisión de la sintomatología son la úlcera péptica, el síndrome del intestino irritable (asociación del 50-80% a factores psicológicos) y la enfermedad inflamatoria intestinal (colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn).

Para el tratamiento del síndrome del intestino irritable las siguientes técnicas de intervención han obtenido apoyo empírico: hipnosis, entrenamiento en manejo del estrés, técnicas de control de la ansiedad, manejo de contingencias. El biofeedback es la que menor apoyo empírico ha logrado.

Trastornos respiratorios: el asma bronquial

Los aspectos psicológicos vinculados al asma ya fueron considerados en épocas pasadas al ser ésta definida como una enfermedad psicosomática. Existen variables psicológicas que favorecen la inducción de crisis de asma tales como factores de naturaleza cognitiva (creencias, expectativas) y características personales disposicionales (sugestionabilidad, etc.). Respecto a los estudios que pretenden determinar la existencia de relaciones entre evo- lución y/o pronóstico del asma y disposiciones o rasgos de personalidad, se constata que los pacientes que presentan sintomatología ansiosa añadida a su asma son hospitalizados más frecuentemente. En este sentido, la DS está especialmente indicada para aquellos pacientes en los que el asma se puede considerar una respuesta de ansiedad condicionada.

La minimización extrema de los síntomas y el infravalorar la importancia de la enfermedad no favorecen la evolución de la misma, posiblemente porque los pacientes no siguen la terapia adecuadamente. Una de las técnicas más empleadas en el tratamiento psicológico de los niños asmáticos es la relajación.

Dolor crónico

El dolor crónico, a diferencia del dolor agudo, carece de finalidad adaptativa. El más conocido de los modelos sobre el dolor es la Teoría de la puerta de MELZACK y WALL, que defiende que los aspectos psicológicos pueden modular la percepción del dolor a través de la influencia de impulsos descendientes de centros superiores.

La dimensión cognitiva-evaluativa de la de la experiencia de dolor implica variables como las creencias, pensamientos, etc. Que modifican la experiencia de dolor, modulando a la dimensión sensorial discriminativa (intensidad, magnitud y localización del dolor) y a la (dolor como aversivo o agradable).

El término “conducta de enfermedad” se refiere a la forma en que los síntomas son percibidos, evaluados y representados.

Se comprueba que los pacientes con locus de control interno muestran más compromiso con el cumplimiento terapéutico que los pacientes con locus de control externo.

En los programas de intervención en pacientes con dolor crónico son frecuentes estrategias como las técnicas operantes para las manifestaciones del dolor, el ajuste de la actividad, las técnicas de relajación y el control de las emociones negativas asociadas al dolor. Las técnicas de solución de problemas son menos frecuentes.

Referencia:
Casado Persona, Mónica “Manual de Preparación para el Examen PIR vol. 1” Editorial MAD