Un caso acerca de los Trastornos de síntomas somáticos

Trastornos de síntomas somáticos: Mario se presenta en el servicio de psicología de un hospital por indicación de un médico conocido suyo. tras las presentaciones y formalidades dice:

Paciente: bueno, mi problema es que nunca he estado bien del todo. siempre con un montón de enfermedades a cuestas, por lo demás no me pasa gran cosa; de hecho, esto de venir al psicólogo no lo acabo de ver del todo claro, porque ya estoy en manos de médicos y tantas consultas…

Terapeuta: cuénteme un poco de esas enfermedades de las que me habla.

paciente: mire, son tantas… lo más importante es que estoy operado de úlcera dos veces. Mario se muestra poco hablador, responde y se calla, esperando una nueva pregunta.

Terapeuta: dos veces de úlcera…

Paciente: sí, la primera tendría unos 23 años, muy joven para tener una operación así, y la segunda fue a los treinta. Terapeuta: ¿hablaba de un montón de enfermedades?

Paciente: sí, porque además de las úlceras también tengo hipertensión y un principio de reumatismo o de artritis o algo así, todavía no me aclaro con esto…

Mario trabaja en una autoescuela. es profesor y se pasa muchas horas al volante. dice que cree que debería cambiar de trabajo porque el tráfico lo pone nervioso. no reconoce ninguna otra fuente de dificultades o de estrés en su existencia.

Paciente: por lo demás estoy bien, me casé y me separé a los dos años, justo después de nacer el crío, pero bien… ahora estoy con otra pareja, ella no trabaja y vamos algo justos… el hijo lo tiene mi exmujer, como a veces no le he podido pasar la pensión completa, algo sí, pero, toda, a veces no he podido, pues a veces no me ha dejado verlo…

Terapeuta: imagino que debe ser duro para usted…

Paciente: bueno, no mucho porque sé que si no lo veo un fin de semana pues al otro, más o menos, ya lo veo. Terapeuta: ¿su hijo se encuentra bien?

Paciente: sí, lo único es que nació algo inmaduro y lo tuvieron en la incubadora casi tres semanas, ahora está bien.

Mario explica las cosas que le suceden, que no son pocas ni livianas, sin apenas rastro de emoción en su expresión. como si no le afectasen o fuesen situaciones normales y corrientes. no es el momento, en esta primera entrevista, de poner en relación sus múltiples trastornos con los acontecimientos vitales de su vida. por eso el terapeuta sigue intentando establecer un contacto con Mario, hasta donde este es posible.

Terapeuta: decía que se separó a los dos años de nacer su hijo…

Paciente: sí, teníamos problemas de dinero, de trabajo, la suegra murió de cáncer, total que mi mujer cogió el niño y se fue a vivir con su padre.

Terapeuta: ¿cómo se lo tomo usted?

Paciente: bueno, estas cosas… ya se sabe, al principio mal, la fui a buscar y le dije que volviera, pero no quiso. Terapeuta: además del dinero y el trabajo, ¿tenían alguna otra dificultad?

Paciente: nada serio, las típicas peleas de todas las parejas, pero no.

Mario, parece algo abatido, como desencantado de la vida. el profesional le pide que le explique algo más de sí mismo para poder conocerlo un poco más y ver si hay algún modo de ayudarle.

Paciente: no sé muy bien que decirle, soy una persona normal y corriente… trabajar, salir de vez en cuando… no sé que más decirle, pregúnteme usted, si acaso…

Terapeuta: me decía que en el trabajo pasa nervios…

Paciente: sí, eso creo que es malo para mí, porque lo que sí que tengo es que los nervios me los trago todos. Terapeuta: ¿se los traga?

Paciente: quiero decir que no los saco, me los quedo dentro.

Terapeuta: creo que entiendo lo que me dice, pero ¿podría ponerme un ejemplo?

Paciente: pues, no sé, estoy en el coche, con un alumno, enseñándole a circular por ciudad… y de repente un conductor nos hace una imprudencia o nos toca el claxon a toda pastilla… ¡eso me pone…! mira que está bien claro que es un coche de escuela, pues no, no respetan nada…, entonces en vez de gritar o desahogarme, pues no digo nada, cierro los ojos y lo dejo estar y procuro pensar en otra cosa.

Aunque Mario no veía muy claro en qué podía ayudarlo un profesional de la salud mental, este último comentario dio pie a hablar de la agresividad contenida y de que «tragarse» ciertas cosas no le sienta bien a nadie. Mario accedió a una segunda consulta y posteriormente se pudo trabajar con él algunos aspectos de sus reacciones frente a la agresión y a las perdidas y dificultades de la vida. Siguió, como resulta obligado, sus tratamientos médicos y mejoró notablemente sobre todo la hipertensión arterial.

Trastornos de síntomas somáticos