¡No soy feliz!…. Exclama una mujer atractiva, de más de treinta años de edad, se sentó en una silla de la clínica y exhaló el conocido y desalentado suspiro que a fuerza de escucharlo tantas veces he aprendido a asociarlo con la depresión. Su nombre podría haber sido señora de “Téngolo todo”. Efectivamente, nada le faltaba pues todo lo tenía. Salió de su lujosa mansión estilo colonial de 85.000 dólares, dejando atrás sus fabulosos guardarropas llenos de modelos exclusivos y con sus problemas a cuestas llegó a mi despacho manejando un flamante automóvil utilitario. Tenía tres encantadoras hijas en edad escolar y un dinámico y ejecutivo esposo que “nunca le fue infiel”. Poseyendo prácticamente todo lo que se puede poseer no era feliz. Concurrió al consultorio del psiquiatra tres veces a la semana durante dos meses y a pesar de ello, la noche antes de venir a consultarme, la señora de “Téngolo todo” estuvo a punto de quitarse la vida. En un estado de depresión bajó los visillos de la ventana en su dormitorio, se metió de vuelta en la cama no bien sus hijas partieron para el colegio, y se tapó la cabeza con la sábana. Aun cuando su pulcro aspecto decía lo contrario, me aseguró que se levantó de la cama para consultarme.
Si bien esta joven madre sufría los efectos de una grave depresión, no era, por cierto, de las más graves. En realidad, su condición emocional no era infrecuente, ya que la mayoría de las personas que consultan están deprimidas.
Todos los días recurren a los psicólogos varios casos de depresión. Un prominente psicólogo afirmó lo siguiente: “Todos, sin excepción, nos sentimos deprimidos a veces. Es perfectamente normal”. Un médico, hablando a sus colegas sobre el diagnóstico de la depresión, comentaba que “en cierta medida, debe esperarse de todas las personas, un cierto grado de depresión”.
¿Pero que llevo a la depresión a esta mujer?
Aunque ella lo tenia “todo” lo material, le faltaba algo que era muy importante y era el afecto de su esposo. A pesar de que su esposo le era fiel, ella no era feliz ya que nunca había tiempo para los dos. Siempre que salían a comer o a pasear de pronto le llamaban de la empresa para que se presentara de manera urgente.
Durante años, ella había hecho planes para ir de vacaciones y hasta compro boletos de avión que nunca pudo entregar en el aeropuerto porque a él lo llamaban de emergencia para ir al trabajo.
Depresión y sociedad
Hace ya muchos años que la depresión es la enfermedad emocional que se sigue propagando a nivel mundial. Entre 50.000 y 70.000 se suicidan todos los años, y sabemos que sólo un pequeño porcentaje de los que intentan suicidarse logran su objetivo.
El caso de esta mujer aún no había llegado a un punto critico de intento de suicidio, pero los signos y síntomas empezaban. Lo que se tubo que trabajar fue terapia de pareja para que ambos lograran encontrar una solución a esto que a ella le aturdía.
Despues de 6 meses de tratamiento. Ambos fueron de vacaciones a Cancun y su relación empezó a mejorar. Él le daba más tiempo a la familia y ella se dedicaba a atender más a sus hijos y su esposo. A los 9 meses regresaron a dar gracias a la clínica por el apoyo que se les brindo.