Los primeros vínculos afectivos del niño

Sinopsis:

Todas las etapas del desarrollo exigen la satisfacción de las necesidades; en algún momento de nuestra vida no todas son satisfechas y como consecuencia se origina un desarrollo desviado. Por ejemplo: un niño recién nacido se enfrenta a un ambiente, del que va a depender por completo su sobrevivencia, esta sobrevivencia se hace fuerte a través de la satisfacción de sus necesidades básicas.

Una de las necesidades más importantes en satisfacer en el niño es la necesidad de afecto. Los primeros vínculos afectivos que el niño forma es con sus cuidadores primarios (papá -mamá). De hecho, el código genético proporciona al bebé conductas cuyo resultado normal consiste en que la madre y el niño estén juntos, esta capacidad del bebé de unirse a la madre, y de que ésta se una a él, es una relación reciproca que permite sobrevivir al bebe.

Muchos autores destacados en el desarrollo psicogenético del niño explican la importancia del apego en él bebe. De hecho Bowlby, Spitz, Ainsworth y Malher han estudiado sorprendentemente el concepto denominado APEGO.

Desarrollo:

El apego afectivo

El apego puede definirse como una reacción específica y única entre las personas. De hecho, el momento en el que hablo sobre el de apego en la relación madre-padre-niño, me refiero al vínculo afectivo creado por la comunicación entre el bebé y sus cuidadores. Él bebe tiene una necesidad de proximidad al nacer que solamente se puede satisfacer en las relaciones primarias del niño, de la satisfacción a esta necesidad de proximidad depende que el niño sea alguien firme y con sensación de ser querido, entendido y protegido, por lo tanto el niño será alguien muy seguro de sí mismo.
Mary Salter Ainsworth, explica que el apego es un vínculo que una persona establece entre sí misma y otra; es “un vínculo que las obliga a estar juntas en el espacio, y que permanece con el paso del tiempo”

Desde el momento de la concepción y durante los meses de embarazo se puede formar la relación entre madre-hijo ya que el bebé es muy sensible estando dentro del vientre de la madre.

Los primeros movimientos del feto dentro del útero confirman esa presencia. Más tarde, padre y madre no sólo pueden palpar al hijo que crece en el útero, sino que captan sus movimientos y escuchan los latidos cardíacos. En el último mes, la presencia del nuevo ser se hace aún más viva, y el hogar se dispone para recibir el nuevo retoño. Si la pareja se ha preparado para el parto, iniciaran a ser padres que trabajen juntos para brindar alegría y felicidad al niño.

Ahora bien, al nacer, él bebe tiene una unión física entre su madre y él. Esta unión es conocida como cordón umbilical. Cuando el cordón umbilical es cortado el bebé siente que pierde el vínculo afectivo con la madre pero gracias al “contacto piel a piel” del niño con la madre vuelve a crear este vínculo afectivo. Otro aspecto importante dentro de la creación del vínculo afectivo es el tono de voz que él bebe escucha ya que este le ayuda a diferenciar entre sus padres y otras personas.

El apego permite al niño aprender de su madre, y esta de él. El niño emite gritos, pugidos, sonrisas y expresiones diversas para llamar la atención de su madre, y ésta responde a los estímulos del pequeño. Si la mamá es sensible y sana, satisface sus necesidades; si no lo es, o no las percibe o desarrolla pautas de conducta negativas, tales como el rechazo, el maltrato, la indiferencia, aparente interés por la limpieza, negligencia, desatención, entre otro. Lo que puede hacer es que él bebe forme un vínculo negativo con su madre.

Desarrollo de lazos afectivos

Durante la niñez es importante que el afecto, el contacto físico y la comunicación con el niño sean sanos. Los vínculos afectivos sanos pueden hacer que el niño tenga seguridad de sí mismo, respeto hacia los demás, mostrar empatía ante las situaciones de los demás y ser un niño alegre y feliz.

Referencia:
Salter Ainswort, M. Bell, S. “Lecturas de psicología del niño” Madrid, España. Editorial Alianza, cap. 15. 1982. Pág. 372